jueves, 18 de febrero de 2010

Continua crisis

Alberto Bonadona Cossío
abonadona2001@yahoo.es

Es curioso como muchos estudiosos de la economía y analistas internacionales saltan al entablado para sublimar cualquier simple mejora en los índices de crecimiento del PIB o del empleo especialmente de los Estados Unidos. Por supuesto, tampoco se trata de menospreciar algunos índices positivos. Sin embargo, creo que una o dos golondrinas no hacen verano y, aunque dan un preanuncio, las condiciones generales del mercado internacional y los países industrializados no deben ser tomados con gran optimismo.

El desempleo en los Estados Unidos cayo mínimamente y sigue afectando a casi diez millones de sus ciudadanos, cifra sólo comparable a la crisis de 1983 y que tomó más de cinco años reducirla a la mitad. En el otro lado del Atlántico, Grecia, España, Portugal e Irlanda en serios problemas de endeudamiento. En España el desempleo ya se encuentra en 22% y su deuda ya es casi tres cuartas partes de su PIB. El comercio internacional sigue alicaído y con amenazas de guerra comercial entre China y su deudor principal; los Estados Unidos. Este último sigue acompañado de sus tres grandes problemas económicos: déficit fiscal, déficit comercial y una deuda superior a cualquiera de los cuatro países más atribulados de la zona del euro.

Me dirán que el dólar se recuperó las dos últimas semanas y que el euro inició su descenso. Afirmo que esa es la historia de los últimos tres años; una historia de depreciaciones y apreciaciones que no se estabiliza porque los fundamentos del capitalismo se encuentran en colapso aunque no sea aún un colapso terminal. Es como si las capas teutónicas de la geología económica universal se encuentran todavía en movimiento y exigen que el candente magma de la crisis financiera especulativa, que en lo subterráneo no es más que la expresión de los grandes excesos de producir descontroladamente, destruya los instrumentos financieros que creó y sigue creando con los 773 mil millones de dinero que el Estado inyectó en la economía norteamericana. Estos papeles persiguiendo a otros papeles se eliminarán cuando la producción inicie un nuevo proceso de ampliación y renovación de la base material. Esto es fábricas con nuevas tecnologías que incorporan innovadas fuentes de combustible en productos fruto de mejorados procesos productivos y de economías de costos reducidos que ampliarán, en definitiva, los mercados.

Me dirán que China y la India conducen una locomotora económica propia y lideran el desacoplamiento de la economía universal. Nada más aparente, la China y la India son producto vivo de la globalización y continuarán obteniendo grandes sumas en dólares que deben invertir en la misma economía que los imprime. Intentan cambiar al euro en la medida que su comercio crece con esa zona. A no olvidar, entonces, que el dólar sube y el euro baja y viceversa. Si la China, por ejemplo, quisiera deshacerse de sus reservas gran desbarajuste universal crearía y no lo hará porque si el dólar pierde su un gran perdedor será la China. A esta enorme economía, aún pobre y atrasada, no le conviene hacer olas en las finanzas universales, por eso su gran política seguirá siendo la preservación del su moneda devaluada. La China, como todo el mundo, seguirá en el tren made in USA y cualquier recuperación de esta economía sigue en el lejano horizonte. Europa aún más lejos y los efectos amenazantes sobre el país siempre lo dejan en vilo.

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