viernes, 26 de marzo de 2010

Prometedoras inversiones

Alberto Bonadona Cossío
abonadona2001@yahoo.es

El gobierno anunció una inversión de 17.000 millones de dólares para los próximos 5 años y que llegarán a 30.000 millones en los próximos 10 años. Montos elevados y ambiciosos que, según el anuncio oficial, ya están financiados para la primera etapa que incluye la participación pública como la privada. El plan de inversiones se presenta en un momento largamente esperado. Por fin parece que la política, que fue el centro de la actividad de este gobierno, dará paso al impulso de la producción y la generación de empleos productivos.

Nadie puede dudar acerca del caudal político que posee el MAS en el poder. En realidad el que más poder tiene, como pocos presidentes lo han tenido, es el Presidente del Estado Plurinacional. Evo Morales ha derrotado a todos sus opositores y sus deseos se asumen por sus seguidores como órdenes. Esta coyuntura, tomada por muchos como una dictadura abierta o encubierta, tiene la virtud de abrir un periodo de estabilidad política tan escasa en la vida republicana del país que puede favorecer a la ejecución de la referida inversión.

Si el MAS no desperdicia su caudal político y, por el contrario, le añade el caudal de inversiones que propone de la manera más efectiva posible, el resultado puede ser lo que todos los bolivianos quieren; el desarrollo económico del país y, por lo tanto, la paulatina reducción de la pobreza.

Son circunstancias propicias para Bolivia que no pueden ser desperdiciadas. Por eso que los proyectos a emprenderse deben definir claramente los ámbitos para la inversión pública como para la privada. Insisto, como lo hice en distintas columnas y foros, que el Estado boliviano no puede colocarse en el papel de tendero sino que debe impulsar grandes proyectos. Para ello en muchos casos requerirá de la inversión extranjera. Particularmente en minería o hidrocarburos la tecnología que la empresa privada transnacional puede proporcionar ayudará a la economía a dar saltos cualitativos sin esperar que se descubra nuevamente la rueda "made in Bolivia".

Las iniciativas que se enmarcan en las pequeñas industrias como Papelbol, Cartonbol, Lacteosbol y otras, deberían pasar a manos privadas, sean empresariales o cooperativas, pero deben dejar de ser estatales. Es posible que hayan creado grandes expectativas en las regiones donde están funcionando pero no las decepcionarán si son privados sus futuros dueños. Por el contrario, pueden convertirse en impulsores del desarrollo local. No obstante, mantengo mis dudas sobre si una fábrica de papel, que tiene que importar casi todos sus insumos tenga mucho futuro competitivo o si una lechería en el Chapare sea sostenible.

El gobierno quiere ponerse los pantalones largos en economía con un plan de inversiones nunca visto en el país. Ya era hora. Ha logrado, además, su financiamiento para el futuro inmediato. Se abre, entonces, la posibilidad de un futuro prometedor.

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