viernes, 9 de abril de 2010

SIN MORDAZA

Lavive Yañez Simon
lavivey@hotmail.com

Veo consternada como el gobierno de Evo Morales confirma la teoría de Simón Hobbes donde afirma que "El hombre es un lobo para el hombre", un ser que devora a sus semejantes, cuando vivo la prepotencia del poder en las incriminaciones y persecuciones, además de muertes cometidas por las ambiciones desmedida de unos cuantos que utilizan la violencia como recurso para imponer sus razones particulares y el desprecio a la vida ajena.

Cuan lejos estábamos de imaginar vivir las cruentas salvajadas de las que somos testigos, bombas al Cardenal, degollamiento de perros como advertencia para quienes no se sometan a la voluntad del gobierno, los DELTA acribillan a jóvenes inocentes cuando se los descubre en sus fechorías atribuyéndoles delitos que no cometieron, privan de la libertad a Leopoldo Fernández porque no aceptó ser testaferro del gobierno, asesinan a dos súbditos extranjeros porque no lograron el cometido para el que fueron contratados, policías volteadores protegidos por la justicia, entre otros abusos, que da pena recordar. Tanta crueldad no es un exabrupto emocional y aislado sino algo organizado, y de alguna manera institucionalizado: con su ideología, sus estrategias y sus brazos ejecutores. En un Estado de Derecho, estas acciones son abominables, pero más despreciable es ver el afán político de encubrir este sistema coherente de muerte y destrucción que opera con sangre fría y un cinismo que sorprende, cuando observamos más allá de las mentiras que los discursos demagógicos del MAS nos dicen.

Nada ha cambiado, excepto la implementación del abuso de poder, porque, ante lo que pudiera parecer, la muerte siempre tuvo sus adeptos. Ahora, en pleno Estado de Derecho, la cultura de terror se expande, no sabemos bajo qué pretexto ni en defensa de qué valores los del MAS quieren desaparecer a quienes reclaman honestidad, justicia y libertad, porque quien crea hoy en la democracia, con tanto abuso de poder, es un ingenuo. Ahora como antes, el hombre sigue siendo sacrificado a los dioses de turno. Las razones pueden haber variado, pero el resultado sigue siendo tan cruento como en las tribus de hace milenios. Los nuevos ídolos de carácter político y económico se siguen alimentando de víctimas humanas. ­Poco hemos progresado, quizás únicamente en perfeccionar los métodos de exterminio y desolación. Estos cruentos actos sin justicia, develan el raquítico sistema judicial y democrático por el que tanta sangre se ha derramado, además de la carencia de dignidad y de carácter de muchos bolivianos que se arrogan la bandera de la defensa de los derechos humanos y se venden cínicamente al poder.

Asimismo, la falta de memoria y humanidad de quienes ayer sufrieron persecuciones, abusos y muerte por un gobierno de facto, de ser víctimas, con estas acciones, se han convertido en verdugos del presente y aliados de sus verdugos del pasado.

No me sorprende este modelo de corrupción donde moros y cristianos han caído en un vacío existencial, lo que sí es preocupante es que los jóvenes, como Jessica Jordán, nazcan ¡ya! a la vida política fallados. Es una lástima, querida Jessica, que como muchos hayas sido un objeto más del poder que ejercen quienes te contaron el cuento del tío, y en un acto de inmadurez e irresponsabilidad, pretendas anular la voluntad de un pueblo digno y valiente como el Beni. No todo está perdido, aún existimos quienes creemos que la dignidad no se negocia y como los árboles estamos dispuestos a morir de pie por nuestro honor y nuestra honra.

También hay quienes creen (la pachamama) que para aplacar la ira de los dioses y ganarse su benevolencia hay que sacrificar vidas humanas y protegidos por la ley, maquinan la destrucción y la muerte de las personas que se atrevan a desafiar a los dioses de turno.

¿Que pasó con los defensores de los derechos humanos, los defensores de la vida y la dignidad?, Pues bien, si este sistema necrófilo merece el repudio absoluto de cualquier filosofía medianamente humanista, más tajantemente aún debe ser condenado por cualquier cristiano. Aquí no debería haber duda, ambigüedad o concesión alguna. Los sistemas o "triunfos" que se levantan sobre sangre humana son diabólicos y sus defensores son secuaces de Satanás. Sin embargo la dignidad y el respeto por la vida, poco importa a quienes maquiavélicamente se manejan con la teoría que el fin justifica los medios; ningún fin justifica acabar con la vida de nuestros hermanos.

A Bolivia, dejémonos de ambigüedades y restituyamos la institucionalidad rebasada por las organizaciones sociales. Exijamos el cumplimiento de la ley y salgamos de la parálisis del temor, estrategia de este gobierno, para terminar, porque ya es tiempo, con la impunidad y el abuso de poder que nos está enlodando a todos los bolivianos.

Esto lo he dicho de mil maneras, y siguiendo la teoría de que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad (política del gobierno) espero que esta verdad repetida tantas veces nos una en el valor dedefender la libertad.


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