viernes, 4 de junio de 2010

Ellos saben donde está

Fabian Restivo
unfotografo@hotmail.com

Ella estaba sentada en medio del living tomando el primer café de la mañana. Hacía frío. Era feliz. Le gustaba la mañana así, fría y con la casa oliendo a café.

El salió de su cuarto ya vestido y con el gorro de lana encajado hasta las cejas. La vio sentada y se le fue encima y la abrazó muy fuerte y le dijo "ay que te quiero tanto!". Ella respondió el abrazo, sentada, con caricias y le dijo:

- tu pantalón huele a pis.
- No jodas ma…es el olor del macho!
- Del macho sucio querras decir, también se puede oler a macho limpio. Podrías bañarte y cambiarte, si el pantalón huele así, no quiero ni pensar en tus interiores….incluyéndote.
- A las chicas les gusta así…
- Ja…como si te miraran las chicas a vos…
Los dos se rieron y compartieron los cinco minutos de la mañana
- A que hora volves?
- Cuando termine todo
- Eso es lo que me contestas siempre y no es ninguna respuesta…
- Por eso…pensé que ya te la sabias de memoria…como siempre recordas todo de mi…
- El único recuerdo bueno que tengo de vos, es de cuando te hice! ...andate de una vez que me tenes harta...

Volvieron a reírse mucho, se besaron y se fue.

Claro que recordaba todo. Desde la noche que "lo fabricó" en la escalera del departamento, porque la pasión no quiso esperar a llegar a la cama, hasta cuando se le agrietaron los pezones y así y todo no le quitó la teta. Cuando apareció con las rodillas lastimadas por primera vez. Cuando le daban esas pesadillas que lo dejaban angustiado hasta que amanecía.

Recordaba las uñas partidas, las primeras sabanas manchadas, las revistitas mal escondidas debajo del colchón, donde ella tenia que meter la mano para extender la cama.

Recordaba su falta de habilidad para aconsejarlo y así y todo servia.
Desde allí hasta esta mañana en que salía sucio por convicción adolescente a pesar de sus casi veinte años: todo recordaba y no podía evitar emocionarse siempre. Especialmente cuando hacia frío a pesar del rayo de sol que entraba por la ventana y hacia un círculo indefinido sobre el mantel a cuadros, y la casa olía a café.

No importaba la respuesta, igual la pregunta era parte de la rutina mañanera. El volvía a las 9, 10, a más tardar diez y media. Y después de aquella puteada feroz cuando a los quince años no volvió a dormir, si tenía otros planes siempre avisaba.

Pero no volvió.

A la mañana siguiente ella preparó el café y se dispuso a esperarlo para no sabia que. Suponía que para reírse y charlar con el sobre como se quedo dormido en la casa de Andrea, después de todo la novia era la novia y el ya estaba grande. Se convenció de eso hasta que el reloj dio las 11 y veinticinco.

A las once y veintisiete los ojos se le llenaron de lagrimas y buscó la agenda y fue al teléfono y Andrea no lo había visto anoche y en la casa de Joaquín nadie atendía y los padres de Pancho estaban en las mismas porque tampoco había vuelto pero sabían que se encontraría con el y otro compañeros de la universidad y nada de nada de nada y no estaba en ningún hospital y la policía le dijo señora son cosas de muchachos debe estar por ahí hasta setenta y dos horas después no lo puede reportar desaparecido la policía no es para jugar a buscar jóvenes que se van de parranda vaya a su casa que hace frío y tómese un café que ya va a volver.

Tiene los ojos ardidos por el insomnio. Vértigo.

A veces quiere imaginar como sería el de padre, canoso. Hoy tendría…casi cincuenta años. Que habrá sido de el…la pregunta la deja en un estado plano recordando todo lo que no sucedió.

Está nuevamente sentada. Es una silla de plástico con las patas cromadas y corroídas. Otra vez hace frío. Pero no es la casa ni huele a café. Es un pasillo. Es raro, porque hace años que dejó de andar por los pasillos como una loca preguntando donde está el. En la mesita de madera desencajada que esta a su lado hay un diario que dice algo de unos archivos que deberían ser abiertos. Ella no consigue conjugar esas letras con lo que le dijo Andrea:

- Tiene que ir. Dicen que ellos saben donde está.

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