martes, 29 de junio de 2010

LOS CIUDADANOS DESAMPARADOS

Roberto Márquez
rbtmrquez@yahoo.com.br

Podríamos llamar también estado de indefensión, de abandono o desamparo, como quiera Usted, la falta de un Estado es patética cada día que transcurre la realidad boliviana en el ejercicio del gobierno presidido por Evo y sus colaboradores. La constatación es que el Estado Plurinacional de Bolivia no es más que eso un buen pretexto para ocultar o develar la política de avestruz emperifollada en una fraseología de "proceso de cambio"; "anti-neoliberal"; pero, sobre todo perversa como el "ahora es cuando…".

Es indiscutible que la esperanza de todos habitantes de un país en el territorio en el que viven, gocen de la protección y su vida esté garantizada, donde la justicia este establecida plenamente sin discriminación alguna, la tranquilidad interior este afirmada; es decir el bienestar general sea promovida y asegurada, pero para todos incluyendo los que van a nacer en ese territorio. Lamentablemente, no es así, en Bolivia vivimos la ausencia de ese Estado.

Seguro que hay muchos ejemplos para demostrar tal situación y sobre las variables enunciadas se puede escribir mucho, y seguramente con toda precisión se puede señalar que los bolivianos ya no gozan de la seguridad y el bienestar que debieran. El fatídico enfrentamiento ocurrido en Huanuni, protagonizado por mineros asalariados y cooperativistas en disputa por áreas de trabajo en el cerro Posokoni, principal yacimiento de estaño en Bolivia, los autores que iniciaron el conflicto hasta el día de Hoy no fueron identificados. el propio Presidente Evo Morales y el Vicepresidente Alvaro García Linera, ocultaron la cabeza y prefirieron enviar 11 ataúdes, y de los 65 heridos no se sabe bien qué suerte corrieron. Fue la constatación de la clase de gobierno que nos tocaba contrastar en adelante.

En este "Estado Refundado", las indefensión suma y sigue, veamos los muertos de La Calancha, Cochabamba, de El Porvenir en Pando; Epizana, los muertos de Caranavi, Uncía, etc., etc. Esto es lo que se ve como producto y/o consecuencia de la des – institucionalización, la decadencia del sistema democrático y la destrucción sistemática del aparato del Estado, se llame como se llame.

Lo más perverso que el gobierno de este Estado puede hacer es lo que este lo hace, trabajar para la desunión de sus habitantes. Para tal efecto, al gobierno "no le tiembla la mano" para diseñar y aprobar las más viles directrices para dividir y confrontar a los pueblos; discriminar a sus habitantes como el bono Juancito Pinto, que no alcanza a todos los niños bolivianos; o la Ley Corta que está dirigida a escamotear la voluntad de los pueblos, perseguir a los opositores y entorpecer los procesos autonómicos. Mediante esa ley "corta" Evo Morales pudo nombrar a Jueces y magistrados del Poder Judicial, fue el primer paso y ahora va por más con la Ley Electoral. La parodia es elocuente de lo que pasa hoy en Bolivia.

Nueva constatación: El aparato del estado esta presta a acallar y corromper cualquier manifestación, no le temblara la mano para confrontar a cocaleros del Chapare contra los indígenas del CIDOB; tras los horrendos accidentes de tránsito, al presente la Policía deja en manos de los pasajeros el control de la seguridad en flotas.
En realidad lo que el régimen de Morales está haciendo es despreciar el valor más importante que tiene un Estado "su gente" el ser humano, derruir sus valores humanos, echar abajo la confianza en sus país, en sus leyes, en la política; descomponer de manera inescrupulosa la frágil institucionalidad que se vino construyendo tras años de arduos esfuerzos cuyas consecuencias a futuro no podrán ser más que ominosas.

1 comentario:

  1. Enrique Zenteno B.1/7/10, 11:39

    Amigos de Aula Libre les ratifico mis felicitaciones por el trabajo sostenido de cada semana a fin de exponer la realidad de la "realidad política boliviana". "Los ciudadanos desamparados" es una muestra como otras tantas, publicadas en Aula Libre. Sigan adelante que aun hay mucho que hacer. Felicitaciones y saludos.

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