lunes, 19 de julio de 2010

recuerdos presentes de la dictadura

Ivan Arias Duran
ivanariasduran@hotmail.com

Como miles de bolivianos, los que estuvimos en las barricadas, marchas, protestas y resistencia pacífica contra la dictadura de García Meza, somos, como bien lo señala Homero Carvallo en una de sus obras literarias, la generación olvidada. Hasta sus mártires han sido olvidados o son solo usados cuando conviene. Marcelo Quiroga es el mayor icono que demuestra la bestialidad de la dictadura, pero el resto, a excepción de los asesinados en la calle Harrington, son personas por la cuales sus parientes reclaman pero que los políticos usan y olvidan. Las nuevas generaciones que no saben ni han vivido las consecuencias de la dictadura expresada en los apresamientos sin ley, las persecuciones movidas por el odio, las torturas sin medida y los exilios desgarrantes, cuando uno les cuenta episodios de esa época creen que les estamos hablando de tiempos de barbarie o de cuentos exagerados.

Miles de hombres y mujeres caímos presos y fuimos torturados con modernas técnicas de sufrimiento. A algunas les aplicaron la ley de fuga a otros los dejaron inválidos para siempre como, meses después, ocurrió con Genaro Flores genial dirigente campesino quien hoy se debate entre el olvido y la enfermedad. " en serio?" es la expresiva pregunta de jóvenes del siglo XXI cuando escuchan estos relatos. Y no es para menos, han pasado treinta años y muchos de los que ahora son adultos y jóvenes en esos tiempos estaban jugando a las cachinas o estaban de sarnas en el cuartel. La política ni se les pasaba por la mente.

Era julio del ochenta, estábamos recuperándonos del chaqui de la fiesta paceña, el día 16 cayó un miércoles así que para el jueves muchos aun no habían despertado de los efectos de los yungueñitos. En todo caso, a nivel político, se respiraba un ambiente de inquietud porque cada vez más los militares encontraban "grupos terroristas y vende patrias que buscaban la desintegración del pais". La amenaza del comunismo "come guaguas" era el cucu que se utilizaba en los medios de comunicación para advertir que el país estaba en peligro. La acción de grupos de choque derechistas aparecían esporádicamente, esos grupos, meses antes había asesinado al padre Luis Espinal y atentado el avión de Hernán Siles y Jaime Paz.

Los informes de levantamiento militar llegaron desde el Beni a eso de las 10 de la mañana del 17 de julio, al mediodía la COB había sido tomada y en sus gradas Marcelo Quiroga y otros luchadores sociales disparados y tomados presos por las huestes militares y paramilitares que contaban con asesoramiento de agentes argentinos expertos en golpes de estado y técnicas de tortura. La resistencia de las juntas vecinales, sindicatos obreros se dio inmediatamente, pero a decir verdad, a excepción de los centros mineros, duro no más de una semana porque fueron doblegadas por la brutalidad de los grupos de terror apoyados por el aparato estatal.

Los atrevidos milicos que basaban su poder en la fuerza de las armas, la compra de conciencias y los sucios dineros del narcotráfico, juraron que se quedarían 20 años en el poder y que todo aquel que se atreviera a cuestionarlos ande con el testamento en el brazo. La arbitrariedad contra los opositores era el pan de cada día, el régimen no escatimaba usar su fuerza para entrar sin permiso a las viviendas propias, violar a las mujeres y arrestar a quien ellos consideraban opositor. Eran tiempos en que la democracia era un sueño, un anhelo, pero la misma estaba desterrada. Mucho dolor y sangre ha costado recuperar la democracia en 1982 y por ello es una obligación de todos nosotros cuidarla. Gracias a los que ofrendaron sus vidas y entregaron sus esfuerzos, Bolivia vive desde que cayó la dictadura tiempos de democracia que se fueron perfeccionando y que nos permitieron a los bolivianos arreglar nuestras diferencias en diálogo y concertación. Cuando uno mira el pasado y se ubica en el presente, se pregunta: a treinta años de la dictadura estamos profundizando nuestra democracia o la estamos envileciendo?

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