jueves, 15 de julio de 2010

Y sin AeroSur, ¿vamos a volar soñando nomás?

Gabriela Ichaso
idearia@idearia.net

Mirémoslo desde el punto de vista de la gente común, la que llueva o salga el sol, tiene que hacer sus cosas y, casi todas, pagarlas. Plurinacional o republicano, para todos a esta altura del siglo XXI en Bolivia el Estado y el Gobierno, vienen a ser tristemente lo mismo: un grupo elegido por un sistema democrático de elección, que se encarama en el poder con el voto de la mayoría y de ahí, la democracia es una espada del que está arriba de turno y si la puteás sos malo y si la defendés sos bueno, sólo porque no te subiste al podio del ganador. Como cuando todos los que estaban de hinchas de cualquier equipo sudaca en el Mundial y apenas los eliminaron, se volvieron España.

"El Estado es la empresa más grande de Bolivia. El Estado administra cerca de 14.000 millones de dólares. Ninguna empresa puede competir con el Estado y que bien que sea así". ¿Es ésa la declaración del Vicepresidente de Bolivia? Entonces, si el Estado es una empresa, nosotros somos sus esclavos: porque a mí me obligan a tener un carnet de este Estado y el Estado, además de sacarme impuestos mensuales me obliga a pagar aparte escuela, seguro y vehículo porque no me los da garantizándome decentemente mi derecho humano a ellos ni tampoco cumple nada de lo que las pobres sucesivas Constituciones nos prometen como si acá fuera la Tierra Prometida. ¿Esas también son reglas claras?

El monopolio del transporte aéreo de pasajeros en Bolivia y hacia el exterior siempre estuvo en manos del histórico y asesinado Lloyd Aéreo Boliviano, primero por los sucesivos Gobiernos, después por los capitalizadores: yo no sé dónde estaría entonces el Presidente Morales, pero todos recordamos que durante el gobierno udepista volar de La Paz al resto del país o viceversa nos demandaba días de viaje. Sobreventas de boletos, esperas interminables e inexplicables para el pasajero, suspensión de vuelos, pocos destinos, pocas frecuencias. De ahí, como con otras "empresas" del Estado boliviano, los Gobiernos hicieron lo que les vino en gana con el LAB. De nada sirvió la demanda cochabambina de proteger una de sus principales fuentes de trabajo y orgullo, ni la de sus trabajadores y pilotos. Incluído el tiempo de Evo Presidente en el que el prestigio internacional logrado por el Lloyd décadas atrás como línea bandera boliviana, no le sirvió a nadie ni le importó recuperarlo. Mejor declarar su quiebra, barrer bajo la alfombra -como con Televisión Boliviana- e inventar otra "empresa" del Estado (¿o del Gobierno?). ¿Y mientras tanto? ¿Qué debíamos hacer los bolivianos para viajar? ¿Elegir aerolíneas de otros países, optar por transnacionales a las que comprarles nuestro boleto desechando la opción de que nuestro dinero genere más trabajo a más bolivianos? ¿Qué deben hacer las comunidades más grandes de bolivianos en el extranjero como las que residen en Estados Unidos, España y Argentina? ¿Deben también decir que ahora el Presidente tiene avión nuevo pero los bolivianos nos vamos a quedar sin línea aérea nacional que nos lleve y traiga a encontrarnos con nuestros afectos?

AeroSur viene pidiéndole al Presidente una audiencia desde el 20 de noviembre de 2006. Evo no quiere escuchar a AeroSur cuando se trata de aeronavegación pero cuando se trata de fútbol, se queda calladito si el Presidente de la FIFA le dice al Presidente de Nigeria que no permitirá la interferencia de ningún gobierno en el fútbol federado, aún cuando el mandatario africano suspendiera oficialmente la participación de su desafortunada selección en cualquier evento internacional los próximos dos años. Evo cree que quien le asesora en materia aeronáutica sabe mucho de espacio aéreo y no se entera que el día que se caiga un avión de BoA o de AeroSur-Dios nos salve de tal desgracia-, por más que lo meta preso a su gerente y a su asesor aeronáutico o a Humberto Roca, la última palabra la tendrá la fabricante y garante Boeing, como en el caso del vuelo de AirFrance que cayó en medio océano. Se meten a hablar irresponsablemente de "chatarra" por los aviones de AeroSur y no sólo que no miden el terror que siembran en los usuarios sino que además no tienen idea de quién es el que determina la capacidad técnica de horas de vuelo y las condiciones necesarias para su funcionamiento. Creen que "el asesor" de turno lo sabe. ¿Qué deberían pensar, entonces, los usuarios de los antiguos aviones del Transporte Aéreo Militar, que también presta servicios regulares con vuelos comerciales de pasajeros?

AeroSur tuvo la virtud de no dejarnos sin volar al irrumpir en nuestros cielos. A lo mejor tampoco gusta porque es cruceña. No tiene ni más ni menos inconvenientes que cualquier otra línea aérea extranjera o local que presta servicio en el país: demoras, percances, contratiempos. Pero tiene lo que ninguna otra, que yo conozca, nos brinda: en el lugar del país donde nos atienda, en cada uno de sus vuelos y en los mostradores de sus destinos internacionales, nos hace sentir en casa, nos soluciona el transporte aéreo y la calidad de su trato es de los mejores. No creo que esté su protagonismo en la subvención permanente que realiza para apoyar el deporte, a los más necesitados o a instituciones de bien solamente, sino en la cobertura diaria que da como empresa boliviana de su rubro a los miles de bolivianos que radican en el exterior y a los que aquí vivimos y la necesitamos.

¿Qué tal si en lugar de seguir este jueguito perverso de "me das la razón o te meto preso", el Gobierno le devuelve al Estado lo que es del Estado -la capacidad de ser institución- y se dedica a gobernar para que todos tengamos oportunidad de vivir en la búsqueda de bienestar y en paz, sin tener también que darles de comer -en lugar de a los que lo necesitan y se lo ganan produciendo- a más abogados pleiteros?

En lugar de dedicar el esfuerzo y el discurso a destruir lo que hay, ayudemos a que lo poco que tenemos sea mejor para todos.

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