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Las exigencia de renuncia de algunos ministros, es probable sea una gestión personal de algunos dirigentes campesinos funcionales al neoliberalismo, acostumbrados a las prebendas. Lidiar con esas exigencias, es simple y llanamente una pérdida de tiempo, no sólo para el Presidente sino para las distintas áreas del órgano ejecutivo que tienen otras funciones distintas a las de estar investigando si esas exigencias son genuinas y si sus portadores son legítimos, claro que parte de la culpa también la tienen algunos servidores públicos que para afianzarse en sus cargos no ven mejor salida que corromper dirigentes a cambio de "respaldo".
En el departamento de La Paz, el MAS ganó las elecciones generales del 2009 con el 80,28%, y en sus provincias rurales se alzó con la victoria entre el 88,41% y el 95,42%, levantando nuevamente de los comentaristas que pueden publicar en medios de prensa las más variopintas explicaciones, como el voto marcado cruzado y el voto obligado sindical, como si los electores rurales no pudieran apreciar los beneficios de tener una unidad monetaria estable y con flexibilidad de precios que reflejan sus ciclos productivos, como si no tuvieran memoria y no recordaran lo que sucedió en la UDP, época en la que vieron desaparecer sus ahorros literalmente entre sus manos, desencanto que entonces llegó en corto tiempo y cuyo escarmiento duró décadas. Por ello, resulta extraño que a meses de esa elección y cuando los rasgos de la política económica que contribuyeron al éxito del presidente Morales continúan, los campesinos de La Paz se dediquen a criticar la gestión económica, al grado de plantear la renuncia del ministro que organiza técnicamente el día a día de ese patrimonio del Estado Plurinacional que es la estabilidad económica, en beneficio precisamente del habitante rural. Lo más probable, es que estos dirigentes, divorciados por completo de sus bases, persigan beneficios personales que el responsable de esa cartera no atiende.
En materia de economía, Bolivia el año 2009 demostró tener los mejores amortiguadores y por primera vez se puso a la cabeza del crecimiento del PIB en toda la región en plena crisis global, alcanzado el 3,24%, esto como resultado de una conducción económica inspirada en las organizaciones sociales que exigieron al presidente Morales redistribuya los excedentes de los hidrocarburos desde el 2006, esa política preparó al país para la eventualidad que se presentó años más tarde e hizo más eficaz la intervención del Estado en el momento oportuno.
Superada parcialmente la crisis global a fines del 2009, el crecimiento se reanudó vigorosamente superando el 10% del PIB en las economías donde el Estado sobre una base industrial es el principal organizador de la producción, situación que no alcanzó al país, presentando un crecimiento próximo al 5 %, que es el promedio en el contexto latinoamericano. Demostrando nuevamente que agudas disfuncionalidades generadas en el sector privado impiden un mayor crecimiento, pero también, que buenos amortiguadores en el Estado no significan un mejor motor.
Es posible que al proceso de industrialización del país le haga falta un paso previo y este sea el conocimiento científico tecnológico, el cual puede permitirle desarrollar su industria en los sectores de mayor potencial, impacto y necesidad; algo que está demostrado no se puede dejar a las solas fuerzas del mercado y menos en un país atrasado como el nuestro. Es tiempo de que el Estado organice y desarrolle esa investigación con la perspectiva de la industrialización para que no se repita la experiencia de debutar en la industria produciendo solo materias primas, como acontece recientemente con la producción de la castaña, que muestra notables resultados pero sólo como semilla.
La investigación ligada a la industria no puede dejar de lado el análisis social y su impacto en el mejoramiento de la comunidad, debe partir de ella y concluir en ella, más aún si se propone un crecimiento no depredador, con reinversión interna y soberanía nacional. En este escenario, los dirigentes sociales tienen un rol protagónico, ser eslabones en la transmisión de iniciativas y demandas de sus comunidades, poniendo de relieve las potencialidades locales y planteando su perspectiva para que el proceso industrializador satisfaga también al habitante rural.
Al considerar el presidente Morales como pérdida de tiempo las exigencias laborales de algunos dirigentes campesinos de La Paz, ha dejado en claro que no pretende tener dirigentes sociales adocenados y funcionales, sino dirigentes que le acompañen en la gestión en beneficio también de todos los habitantes rurales. Hasta ahora no se han dejado visibilizar tales dirigentes. Los que responden a organizaciones no gubernamentales, no ofrecen una perspectiva de mejora sustancial en el área rural y se limitan a lo sumo a plantear un desarrollo local reducido a cambio de generar grandes beneficios globales no compensados por los países altamente industrializados.
Las hasta duras palabras del Presidente, abren el espacio para que emerjan planteamientos desde lo profundo del área rural para articular, el interés local, la investigación y conocimiento científico tecnológico, con la industrialización.
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