martes, 2 de noviembre de 2010

Quinua

Alberto Bonadona Cossío
abonadona2001@yahoo.es

Una buena noticia nos informa Página Siete: el gobierno y la Cámara Nacional de Productores de Quinua (CNPQ) se aprestan a formular una política que apoye al aumento de la producción y consumo interno de la quinua. En este caso el dicho "más vale tarde que nunca" se aplica al gobierno que va al sexto año en el poder y pocas políticas serias y sesudas ha diseñado como para vislumbrar un futuro productivo prometedor.

El esfuerzo y los recursos que requerirá la ampliación de la frontera agrícola de este cereal son gigantescos. Más aún si se trata de industrializarlo y de aumentar sus volúmenes de exportación . Por supuesto para que se convierta en un producto que se consuma internamente y aumente su exportación se tiene que partir de las condiciones en las que actualmente se produce este grano.

Según cifras del INE, en el año agrícola 2008-2009 se sembraron más de 52 mil hectáreas para producir algo menos de 30 mil toneladas. De acuerdo al Viceministro de Desarrollo Rural y Agronomía, Víctor Hugo Vásquez 14.500 toneladas se exportan a Estados Unidos, Francia, Holanda y Alemania. No se vaya a pensar que con esa cantidad todos los ciudadanos de esos países se empachan comiendo quinua. Es una cifra que se la debe analizar en comparación a las exportaciones de otro grano que alcanzó la industrialización; la soya. Se produjo 1,6 millones de toneladas de soya en casi 900.000 hectáreas durante el mismo año agrícola mencionado. Para alcanzar estas cifras, sin embargo, se necesitaron cerca de 30 años de dura labor.

Con la quinua se parte de 30 mil toneladas producidas, de las cuales más de la mitad son para el consumo interno y estimo que dos terceras partes de éstas se dirigen al consumo de subsistencia de los productores directos. Además, se producen en pequeñas parcelas que rinden un producto heterogéneo por sus características y, especialmente, de distinta calidad.

Las toneladas que se exportan son, por el contrario, de buena calidad y es un producto más homogéneo. Se trata de la quinua real cuya producción no llega al mercado nacional, y no es porque no es del gusto de los bolivianos, sino porque comanda un precio que los consumidores nacionales no están dispuestos a pagar. Para que estas exportaciones sigan creciendo, como desean las autoridades y la CNPQ, se debe establecer un horizonte de 30 a 40 años con un plan que debe enfrentar serias dificultades.

Los productores de quinua son pequeños agricultores con relativamente pequeñas extensiones de tierra que no están dispuestos a renunciar a sus dominios como para, por ejemplo, permitir el uso de maquinaria. El referido viceministerio señala que hay más de los 22.000 productores registrados y que se quiere registrar a todos para incluirlos en su plan. Se debe esperar que no sólo los registren sino que logren motivarlos y convencerlos para que se congreguen en procesos productivos colectivos de escalas económicas que aumenten el rendimiento y la rentabilidad del uso de la tierra. Es posible que una parte de la producción incrementada llegue al mercado interno, principalmente urbano, pero se debe tener plena conciencia que el precio de la quinua real será siempre más alto en los mercados de exportación y es a ellos a los que debe apuntar el plan anunciado.

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