lunes, 13 de diciembre de 2010

“EVONOMICS" O ESTANCAMIENTO ESTRUCTURAL

Bernardo Corro Barrientos
bcorro@gmail.com

Luego de 5 años de vigencia del modelo económico implementado por el actual gobierno, denominado por sus simpatizantes como "evonomics", la economía se encontraría actualmente en una especie "declinación estabilizadora" o de "empantanamiento dinámico" según el ángulo del que se mire. Otros dirían más bien que se encuentra en un proceso de "estancamiento estructural".

Mientras durante el periodo de 2006 a 2008 el producto interno bruto (PIB) creció en un promedio coyunturalmente aceptable al pasar de 2.1 % en 2002-2005 a 5.2 % en 2006-2008, es decir a más del doble, desde el año 2009, diferentemente, la economía cae a ritmos preocupantes. En 2009, en efecto, su crecimiento fue solo de 3.4 % luego de caer desde 6.15 % alcanzado en 2008. Se considera que un crecimiento es dinámico cuando se registra en el medio y largo plazo tasas promedio mayores a 7 % anual. Bolivia se encuentra "como siempre" lejos de ese desempeño.

Pese al escaso 3.4 % alcanzado en 2009, algunos consideraban que ese desempeño era aceptable por que fue logrado en un contexto de fuerte crisis financiera y comercial internacional. Mientras Bolivia creció en la tasa mencionada, las economías vecinas crecieron en apenas 0.9 (Perú, Argentina), o más bien decrecieron como Brasil y Chile. Otras economías colapsaban aún peor como Venezuela que cayó como costal de papas desde un edificio de tres pisos. Los buenos precios en el mercado internacional de las materias primas exportadas por Bolivia (minerales principalmente) explican este leve dinamismo de la economía boliviana. Otros sectores como el gas, y los no tradicionales como la manufactura y la agricultura aportaron poco.

Actualmente, es decir el quinto año del "proceso de cambio" y el primero de la segunda gestión del presidente Morales, el país se encuentra en una situación más bien crítica y declinante. Mientras los países vecinos crecieron durante el primer semestre de este año a tasas bastante dinámicas como Perú, Brasil y Argentina (cerca de 10 %) Bolivia apenas alcanzó 3.3 %. Venezuela por su parte, considerado por algunos gobernantes como el ejemplo a seguir, disminuye nuevamente en 3.4 %, como en años anteriores. Se espera que a fin de año la economía boliviana pueda aumentar hasta alrededor de 4.5 %, lo que no es consuelo para nadie.

La declinación actual se traduce en que los sectores productivos internos no logran mejorar su desempeño y caen en ellos vertiginosamente tanto la inversión privada nacional como extranjera. Esto significa que no hay expansión empresarial ni creación de nuevas empresas, lo que no estimula el crecimiento del empleo, de los ingresos de los trabajadores y la reducción de la pobreza. Tampoco crece la economía de las regiones y departamentos y el país no se desarrolla como lo hacen las economías vecinas. El gobierno se jacta de ser superior a otras gestiones gubernamentales y suele compararse en particular con el gobierno de la "capitalización" del presidente Sánchez de Losada, pero lo real es que el desempeño de ambos es absolutamente igual ya que ambos crecieron en un promedio de apenas 4.7 %. En este sentido el gobierno no logra encontrar un argumento legítimo para presentarse como "superior" a ese gobierno o para jactarse de los éxitos de ninguna de sus políticas económicas, incluyendo a la nacionalización de las empresas antes capitalizadas.

Varios errores cometidos por la élite burocrática en el poder explican su bajo dinamismo. El primero es que el modelo económico (el Plan Nacional de Desarrollo, PND), formulado a principios de este gobierno en 2006 no era adecuado. El modelo consideraba como "sector estratégico" de la economía al sector extractivo de recursos naturales (hidrocarburos, minería) y no a los grandes sectores productivos como la industria y la agricultura, generadores de bienes, de empleos y de ingresos para la población, así como de innovación tecnológica y de desarrollo regional. Al considerar estratégico solo al sector estatal, se potenciaba solo a un enclave de la economía, pero se paralizaban a los sectores productivos más dinámicos. Los recursos que genera el sector estatal deberían en realidad servir como "apoyo estratégico" para el desarrollo de los "verdaderos sectores estratégicos" mencionados, es decir, para aquellos que generan desarrollo económico "estable" para la nación y prosperidad para la población.

El segundo fue creer, como en los tiempos antiguos, que la economía debía pasar de un "modelo primario exportador" a un "modelo secundario exportador" en base solo a la "industrialización de las materias primas" (gas y minerales) de las empresas estatales. Este enfoque burocrático al privilegiar obsesivamente al sector extractivo estatal subestimaba igualmente el desarrollo de los grandes sectores productivos, de mayor potencial de industrialización y dinamismo comercial. Ahora, por la ineficiencia natural de la élite burocrática estatal, el país se convierte más bien en importador creciente de productos primarios, sin dejar las importaciones crecientes de bienes secundarios.

Un tercer error es no haber tenido la visión y la capacidad para aprovechar la coyuntura sin precedente de los altos precios internacionales de las materias primas (gas y minerales) y de la fuerte condonación de la deuda externa. Gracias a esta coyuntura el gobierno logró acumular hasta el presente un "excedente" espectacular de 9.300 millones US$ de reservas en el Banco Central, así como de 9.000 millones US$ en el sistema financiero público y privado. Ahora, sin embargo, no sabe qué hacer con ese ahorro, pese a las grandes necesidades de inversión del país. Sus intereses burocráticos no le recomiendan invertir esos recursos en el desarrollo equilibrado de los sectores productivos y de las regiones, ya que existiría el peligro de potenciar a otros sectores económicos y sociales que podrían amenazar su poder burocrático oligárquico excluyente. En realidad, vemos que la tesis fundamental del gobierno de que el ahorro es igual a la inversión (Jean Batista Say) no se cumple.

Un cuarto error es, en base a las creencias mencionadas, basar su "política social" no en la creación de empleos productivos o en el desarrollo de los sectores productivos sino en la "redistribución de bonos y subsidios" a diversos sectores sociales. La distribución de dinero en efectivo a la población, si bien sirve para mostrar ante el pueblo el "espíritu filantrópico y caritativo" de la cúpula dominante, causa también efectos dañinos a la economía. Uno de estos es que al contribuir al exceso de liquidez y de demanda en la economía en un contexto en que el aparato productivo se encuentra en proceso de reducción, genera presiones inflacionarias. En lugar de frenar estas presiones mediante el desarrollo del sector productivo, el gobierno optó por favorecer las importaciones legales e ilegales de bienes de consumo mediante un tipo de cambio bajo. La inundación de estos bienes extranjeros causó, finalmente, la quiebra en 2009 de más de 20 mil pequeñas empresas incapaces de competir con la oferta externa. Estas empresas se vieron, por consiguiente, obligadas a despedir a miles de trabajadores que van a engrosar el ejército creciente de los desocupados.

Un quinto error es que su política antiinflacionaria y de importaciones también afecta directamente a los pequeños campesinos indígenas productores de alimentos. Los mercados de consumo de los alimentos naturales de la canasta básica se ven ahora inundados por alimentos provenientes de los países vecinos, los que desplazan a los productos campesinos e indígenas. Por otra parte, el gobierno informó que la empresa EMAPA iba a contribuir a la autosuficiencia alimentaria, pero se constata que el país se vuelve cada vez más dependiente de las importaciones de alimentos como el arroz, el maíz y el azúcar, además de productos como la papa, fruta y hasta verduras.

Un sexto error es no haber implementado durante estos años políticas de desarrollo efectivo para los sectores industrial manufacturero y agropecuario, sobre todo en sus estratos medios y chicos. Sus programas aplicados en estos cuatro años, estrictamente neoliberales, como el crédito, el microcrédito, la capacitación y otras, además de ser incapaces de suscitar cualquier mejora en las condiciones productivas de esos sectores, contribuyen más bien a lo contrario. Las políticas y programas gubernamentales han sido hasta ahora una verdadera calamidad para los productores agropecuarios y en particular para los campesinos indígenas.

Un séptimo error, finalmente, es que en los ministerios y entidades públicas se ahuyenta a los profesionales y técnicos competentes y se los reemplaza, como antes, por compadres y parientes de las autoridades gubernamentales. Esta no es una práctica reciente sino herencia de los gobiernos oligárquicos anteriores. El tipo de Estado semifeudal existente desde hace décadas es funcional a los intereses de la actual oligarquía burocrática en el poder. Los despidos y las "masacres blancas estatales", es decir, la pérdida permanente de la memoria institucional y de la experiencia técnica y profesional del Estado (su capital técnico y profesional) contribuyen directamente al bajo nivel del producto interno bruto del país. Los despidos indiscriminados de funcionarios practicados intensamente por el gobierno, constituyen también el mejor "caldo de cultivo" de la corrupción y de la ineficiencia, lo que no permite cortar de raíz "el cordón umbilical de la corrupción".

El modelo económico se encuentra actualmente, como se vio, en situación difícil. Por una parte, la economía estatal dependiente de la producción y exportaciones de gas al mercado internacional fluctuante se encuentra con límites estructurales internos y externos. Las reservas y la producción interna de gas declinan aceleradamente y los mercados internacionales (Brasil, Argentina) se vuelven cada vez más autosuficientes. Esta perspectiva, que no se encontraba en los planes de la élite burocrática, constituye un límite estructural para sus políticas sociales y económicas.

Por otra parte, a los cinco años de vigencia del modelo, en un contexto de disminución de las reservas hidrocarburíferas, el gobierno fracasa al no encontrar las posibilidades para concretar su otra tesis central que es pasar del "modelo primario exportador al secundario exportador". La realidad es que el gobierno no logra vislumbrar ni remotamente la posibilidad ni de "industrializar el gas" ni mucho menos de "exportar gas con valor agregado". Su tesis encuentra en crisis.

El modelo burocrático en construcción denominado "socialismo comunitario", no tiene en realidad capacidad para cambiar el "modelo primario exportador" actual, y contribuye más bien a reproducirlo y a ampliar el "modelo importador" tanto de bienes primarios como de secundarios. La dependencia externa intrínseca de este modelo respecto de la exportación de bienes primarios y de las fluctuaciones del mercado internacional limita el acceso del país a otros niveles de mayor capacidad productiva y más estables. Cómo se vio antes, la opción de la oligarquía burocrática por el fortalecimiento y expansión de la economía estatal y el marginamiento de la economía privada no permiten el desarrollo equilibrado y sostenido de los sectores productivos, lo que causa el atraso económico y el empobrecimiento de los trabajadores.

Parece que la situación actual de la economía no sería simplemente de "declinación estabilizadora coyuntural" o de "empantanamiento dinámico coyuntural", como se mencionó al principio, sino que estaría ingresando a un verdadero "estancamiento estructural". El estancamiento estructural se produce cuando las propuestas centrales y los mecanismos internos fundamentales del modelo ingresan a una etapa en que ya no pueden funcionar y generar mayores recursos, ya no pueden desarrollar más sus potencialidades, por lo que ingresan a una fase de agotamiento y de estancamiento. Esto ha sucedido en los países ex socialistas, como en la ex URSS y en China, y sucede actualmente en Cuba y en Corea del Norte. La China y la URSS, ante sus límites internos tuvieron que optar por el desarrollo del capitalismo. Cuba y Corea del Norte se debaten desde hace décadas en un estado de estancamiento y putrefacción económica y social.

El modelo del socialismo comunitario es, en realidad, un modelo de atraso económico, de estancamiento estructural, de superexplotación de los trabajadores y de represión política extrema, similar a los casos mencionados. Ante el estancamiento, ante la pobreza de la población y ante la protesta social crecientes, la oligarquía burocrática de Estado, para perpetuar su poder, se ve constreñida a aplicar un régimen de represión cada vez más despótico.

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