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Los bolivianos observamos alarmados el crecimiento del narcotráfico. Noticias como aquella de que en el último fin de semana la policía destruyo 230 fábricas de cocaína en la zona de Yapacani, serian increíbles sino hubiesen sido anunciadas por las autoridades nacionales responsables de la lucha antidroga. Lejos de tranquilizarnos, este anuncio refleja la amplísima cantidad de gente y comunidades que se dedican a esta actividad. Es cada vez más evidente que el Estado está perdiendo el control sobre el territorio frente a los narcos.
Las políticas gubernamentales no contribuyen a combatir en serio este delito. La permisividad del gobierno nacional con la producción de coca excedentaria en el Chapare, genera que la misma invada todas las áreas vecinas, como ya sucedió en el mismo departamento de Cochabamba con Colomi, en el Departamento de Santa Cruz, con Yapacani y en el Departamento del Beni, con el Parque Isiburo Secure. La triste y lamentable realidad es que aunque los cocaleros de esta zona no participasen directamente en la producción de droga, es inevitable que provean la materia prima a quienes si lo hacen, pues como todos los bolivianos sabemos, sólo la coca de los Yungas, en el Departamento de La Paz, se destina al consumo humano.
El descontrol del narcotráfico es, junto con la pobreza el mayor desafío que nuestra sociedad debe enfrentar, y quizás la peor herencia que les dejemos a los jóvenes y a las futuras generaciones.
Los costos que sufre el pueblo boliviano son muchísimos. Vivimos en un medio espantado por la violencia de los ajustes de cuentas que a diario se producen, así como por el drama que genera el creciente consumo de drogas entre los jóvenes, que los atrapa en un círculo vicioso de dependencia y delincuencia, generando así mayor inseguridad ciudadana.
Igualmente, la expansión de las áreas destinadas a la producción de coca, destruye los parques y reservas nacionales y las fábricas de droga contaminan los cauces de agua, afectando a la gente y a la fauna. Llamativamente, en los discursos de nuestros gobernantes no se encuentran referencia a la destrucción de la madre tierra por parte del narcotráfico.
Hechos como la llegada de los más peligrosos grupos del crimen organizado a Bolivia, la detención en Panamá del Gral. Sanabria, responsable de la inteligencia antidroga, confeso de dirigir la exportación de más de seis toneladas de cocaína a los Estados Unidos y el anuncio del retiro de nuestro país de la Convención de las Naciones contra las Drogas, solo nos dan razones para ser cada vez más pesimistas.
La sensación de bonanza económica que hoy experimentamos no nos pagara nunca el costo de caer en la violencia que hoy sufren muchas naciones latinoaméricanas. Como hace poco declaró la Conferencia Episcopal boliviana ¨La lucha contra el narcotráfico constituye una prioridad del Estado que requiere la corresponsabilidad de los sectores sociales y de la sociedad civil, en general, para no caer en un grave deterioro y desintegración de la misma¨.
El narcotráfico es una de las actividades ilícitas que tiene una relación muy amplia entre otros delitos: tráfico de personas, tráfico de armas, lavado de dinero, corrupción, entre otras. Esto significa que un país que tenga una alta actividad de narcotraficantes tendrá una gran debilidad en cuanto a la seguridad de sus habitantes como de sus instituciones. Los problemas que surgen del narcotráfico son muy graves, por un lado, el daño social que produce a los ciudadanos y que termina en la muerte, la destrucción de las familias, así como de la economía de los países, aunque para los que producen drogas significa un gran negocio, la verdad es que ese dinero no paga impuestos, fomenta la corrupción de las instituciones como la policía e incluso el ejército.
ResponderEliminarEn el caso de la infraestructura que se teje alrededor de esta actividad, existen rutas que son trazadas para llegar a los sitios de distribución y destino final. En la década de los 80 y 90 fue evidente el liderazgo desafortunado de Colombia en la producción de cocaína, misma que los campesinos cuidaban y procesaban. En Bolivia parece que quiere pasar lo mismo lo cual seria muy grave para los bolivianos
Completamente de acuerdo con tu análisis Oscar Ortiz Antelo de El COSTO DEL NARCOTRAFICO, también podríamos decir el presidente no cumple con junciones de liderazgo (como todo presidente) para los bolivianos, se podría decir que tiene pacto con el diablo (todos los hecho malos: incentivo al narcotráfico, influencias con el crimen organizado, mafias, terroristas, represión a los indefensos, etc.) por otra parte al ser líder del MAS fingiendo ser solidario con los necesitados trata de quedar bien con DIOS. Tiene doble cara. Hay que mirar de distintos lados para conocer un poco más. Hay muchas cosas por criticar, pero que su conciencia le diga a él y a sus seguidores si en la historia de la humanidad están sembrando bien o no.
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