sábado, 29 de octubre de 2011

POLITICA Y SOFISMA

Oscar A. Heredia Vargas
docenteumsa@yahoo.es

Nadie puede negar que la crisis actual Económica, Social y Política, refleja la ausencia de capacidad y de valores en los "Hombres de Estado", deslumbrados por sus propias voces que reflejan silogismos sofísticos, velo que no les permite ver la Visión que los hombres del pueblo demandan.

Está comprobado que solo la ideología cualquiera que fuere, expresada con palabras, no resolvió, no resuelve, ni resolverá la pobreza material, ni la pobreza espiritual, sino con el pensamiento, con la palabra y con la buena acción de los estadistas.

Hoy vemos como la vieja política se oscurece por sí misma, como el avestruz en su hueco, no encontrando relevo, manifestándose a través de la politiquería manipuladora que solo busca el poder por el poder, pues con sus palabras son sutiles pero arteros, democráticos pero engañosos.

En las coyunturas electorales nacionales, regionales, departamentales municipales o institucionales y post eleccionarias, encontramos en su mayoría líderes tradicionales que prefieren hablar y ejercer un liderazgo contemplativo intencionado, defendiéndose ante los demás, frenando el cambio verdadero, luchando por todos los factores obsoletos y de relativo valor.

En esta inversión de la escala de valores con una preeminencia de valores pragmáticos y utilitarios sobre los valores; como el bien común y otros de igual y mayor rango cuyo contenido se refiere a la dignidad humana y respeto al ser humano, encontramos actos y hechos políticos que distorsionan la comunicación y el manejo de la información, recurriendo a estratagemas de mala fe y a la "desnatural" malicia del género humano, subterfugios y ardides de los que se sirve la naturaleza común de los seudopolticos y seudolideres.

Deduciríamos entonces que es la expresión de un silogismo (argumento) con la intención de imponerse en la discusión independientemente de que se tenga o no razón en el asunto discutido, Aristóteles nos diría son silogismos sofísticos cual fin es no tener la verdad objetiva sino su apariencia sin que importe la propia verdad.

Arthur Schopenhauer la llamaría decentemente la Dialéctica Erística, el arte de discutir, y de discutir de tal modo que uno siempre lleve la razón, que no es lo mismo que tener la razón objetiva.

En palabras nuestras, en la coyuntura política y en la esgrima política, diríamos que los actores quieren sofisticar, fingiendo y con necedad falsear un razonamiento, perdiéndose en un laberinto de agudezas y en una niebla de palabras, proyectando beneficios nuevos que hagan olvidar sus viejas enseñanzas. Ciertamente se engañan, así no se encuentra la Luz.

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