martes, 4 de septiembre de 2012

PRENSA Y GOBIERNO, UNA RELACION ETERNA

Ronald Vallejos Durán
ronald.vallejos@gmail.com

Evadas es best seller. Se vende como pan caliente, desde hace dos años. Sea en pirata o sea en original (fue el libro más vendido en la Feria del Libro 2011 y 2012). ¿Cuál es su mérito? Reproducir una serie de desaciertos verbales del Presidente Evo Morales, que seguro arrancan sonrisas o rabietas de quienes lo leen. No informa, no reflexiona. Pero es un éxito. Y como tal, marca el sendero de quienes también van mendigando lectores. La prensa escrita, por ejemplo.

Una prensa que vive de la publicidad antes que de las ventas. Que debido a los escasos recursos con los que cuenta no logra profundizar en ciertas temáticas. Ahí sus deficiencias, pero también su mérito. Porque a pesar de ello, bien o mal, el periodismo ha sabido desenmascarar los vicios del poder, de cualquier poder. Mantiene a la gente al tanto de lo que pasa en este sube y baja. Intenta renovarse y diversificar su oferta, inspirada muchas veces en las tendencias mundiales. Y eso no es poco; es digno. Pero necesita vender, ante todo. Y lo que vende es el espectáculo, la chismografía, la banalidad, el amarillismo. Una "Evada", seguro que vende. O mejor, una frase del Presidente puede ser, sin mucha dificultad, convertida en "Evada". Y entonces ya se tiene lectores -digitales, cada vez más- asegurados. Esto no quiere decir que el periodismo en Bolivia se haya convertido en un circo; de hecho, defectos como los mencionados, a menudo cohabitan con otras grandes virtudes. Tampoco se trata de satanizar a la prensa; finalmente, ésta, juega bajo las leyes de la oferta y la demanda. La demanda, o sea nosotros, quiere más acción de la política: enfrentamientos, insultos, manoseos municipales, carajazos de Filemón.

En Bolivia la gente depende mucho del Estado, representada por el Gobierno central, de esa dependencia o paternalismo se desprende esa relación eterna de amor-odio. El pueblo boliviano está muy pendiente de lo que haga/diga el gobierno. El periodismo lo sabe. Por eso es que el gobierno absorbe gran parte de su labor. No es que sea raro o este mal; simplemente es así. Eso es lo que viene ocurriendo en las últimas semanas con el caso del juicio del gobierno a Fides, Página Siete y El Diario. El Presidente, fiel a su estilo, ha soltado polémicas y ambiguas declaraciones, la prensa ha reproducido las que más impacto puedan tener en la sociedad. El gobierno ha acusado de tergiversar el mensaje; cansado de "la conspiración de la prensa" ha iniciado acciones penales. La prensa ha alertado sobre un posible fin a la libertad de expresión. Son cosas que con las que, aparentemente, no se puede hacer mucho mientras la prensa busque impactar y el Presidente no aprenda de sus errores verbales.

Seguro que es más rico abordar este tema desde el punto de vista de la conspiración contra el gobierno o de una amenaza a las libertades. Y no involucrarnos más que como terceros. Pero, como sociedad, tenemos nuestra responsabilidad. A no dudarlo, mientras más nutridos de cultura e información, más alto le pondremos el listón a la prensa para satisfacer ya no nuestra hambre de coyuntura y escándalo sino de información realmente importante.

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