jueves, 24 de enero de 2013

LA ALASITA

Julio Ríos Calderón
jrioscalderon@hotmail.com

Alasita, sin vacilación alguna, se ha constituido en una feria singular que a lo largo de su existencia conquistó el interés de la población. Celebrada en la ciudad de La Paz, los objetos exhibidos en diferentes sectores muestran todo lo material que existe en el mundo, trabajado a escala.

La fe particular de hombres y mujeres, hace en la compra "de las miniaturas" un acto de fe para que algún día se hagan realidad en su verdadero tamaño y proporción. Se compran los buscados "billetitos", para considerar que nunca nos falte el instrumento que da lugar a adquirir nuestras primeras necesidades, y con el tiempo, hacer realidad nuestros sueños materiales.

Muchos dicen que compraron una casita de estuco, que luego de proceder a la bendición de la misma, un día tuvieron casa propia. Es el resultado de la fe en esta feria de las miniaturas. Algún conductor de los vehículos de transporte conocidos con el nombre de "micro" o "colectivo", depositaron sus esperanzas al comprar en la Alasita uno en miniatura. Hoy lo tienen de verdad.

Por otra parte, es el Ekeko que ingresa en los predios de los aristócratas y se mete en las buhardillas de los pobres y atraviesa salones de la clase media y fija su temporal residencia en los hogares de la clase privilegiada. Ricos y pobres aspiran el aroma del incienso con el fin de "santificar" las compras y llevarlas al "altar" del Dios andino para que él devuelva esas ofrendas en un lapso no mayor a doce meses.

Miles de creyentes del legendario diosito se vuelcan a la feria principal de Alasita, tendida en extensos espacios donde los puestos de venta ofrecen todo lo que el consumidor busca, para que allí, sus esperanzas sean envueltas en un papel de ilusiones y esperanzas.

Esta fiesta popular era hace muchos años, una gran feria instalada en un solo lugar determinado por la Alcaldía. Ahora el Ekeko se pasea por toda la ciudad y extiende su poder hasta otras latitudes. Casi en todos los barrios de La Paz, el bonachón mestizo sonríe al comprador.

La costumbre se arrima a ciertas reglas impuestas por la experiencia, pues se dice que, para lograr resultados en las peticiones al Ekeko, los objetos deben ser comprados a las doce del día 24. El tiempo que transcurre después, no resta el poder del Dios autóctono, aunque puede disminuir el efecto en algunos casos, sin embargo, entre la picardía del vendedor y la ingenuidad del comprador, a mayor consumo mayor posibilidad de materializar ilusiones.

Los sueños más lejanos parecen cobrar realidad en la búsqueda de la felicidad. Se concretan amores increíbles, se levantan inmuebles, se realizan viajes, se abren cuentas bancarias y las despensas se surten con todo aquello que es primordial para la existencia de cada familia.

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