jueves, 2 de mayo de 2013

CUANTO GANAS, CUANTO VALES

Julio Héctor Linares Calderón
juliolinaresc@hotmail.com

Reducirse el salario a la mitad apenas juró como Presidente, con seguridad que fue una de las acciones más emblemáticas y utilizadas políticamente por Morales.

No hace mucho, cuando se criticaba el fallido decreto de dotación de viáticos a familiares, la Ministra Dávila nos apenaba comunicándonos que el sueldo de Evo era el más bajo de la región, que los presidentes de los países vecinos ganaban entre 3 y 5 veces más.

Imaginé ese momento al director de la asociación de bancos privados comunicando con la misma congoja que los gerentes de bancos en Chile o Argentina ganan también inmensamente más que los suyos o a los presidentes de los colegios de profesionales, ya al borde de las lágrimas, diciendo que un técnico medio en Uruguay gana el doble que cualquier ciudadano boliviano plagado de maestrías.

La explicación es simple, nuestra economía es muy pequeña y aunque el Producto Interno Bruto (PIB) boliviano ya ha pasado los 20 mil millones de dólares, vemos con sana envidia que el de los vecinos es cuatro o cinco veces mayor. Y está claro además, que el nivel de los precios de las cosas que compramos día a día, están siempre en función al tamaño de la economía, por eso -los que viajan lo saben- apenas uno cruza Desaguadero o Villazón hacia afuera, ve azorado cuánto cuesta una Coca Cola.

Debido a esto, es que el salario mínimo de cualquier país que nos rodea –a pesar del reciente incremento de 200 Bs.- es mayor al nuestro en un rango de 120 a 300 dólares, algo que con seguridad no se podrá cambiar a mediano plazo si continuamos con las mismas tasas de crecimiento de los últimos años.

Sin embargo, pecaríamos de injustos olvidando los esfuerzos realizados por el gobierno desde 2006 al incrementar en 173% el salario mínimo (de 440 a 1.200 Bs.), lo cual más que triplica la inflación calculada en ese tiempo, que es de alrededor del 50%.

Empero, si vamos más atrás y utilizamos la misma relación, veremos que en un período igual (1998 – 2005), el salario mínimo creció en 45% (de 300 a 440 Bs), que parece muy pobre, pero que casi triplica la inflación de ese período -que fue sólo del 17%. Esta relación muy parecida, puede ser la razón por la cual la ciudadanía no siente los aumentos actuales en el bolsillo y es explicada por los analistas que comentan que los incrementos salariales aumentan tan poco el poder adquisitivo de los ingresos, que apenas cubre el incremento de precios de alimentos, que estiman es el doble de la inflación.

Los analistas del CEDLA, en especial, muestran otra preocupación aún más profunda; y es que todas las negociaciones de incrementos salariales y rentas jubilatorias con la COB caen al final en saco roto para la gran mayoría trabajadora del país, pues sólo incumbe a un 20% de los trabajadores que gozan de los derechos laborales; el resto, está incrustado en trabajos precarios donde cunde la informalidad. Tan grave es la situación –explican- que ni siquiera los trabajadores de las empresas públicas están incluidos en el régimen laboral, son aún empleados públicos, es decir, que ni por casa andamos bien.

Pero no todas son malas noticias, al menos no para el ejército de empleados públicos que aglutinó el MAS en los últimos años, este primero de mayo el Presidente se elevó el sueldo en 20%, lo que quiere decir que automáticamente se subirá el salario a todos los funcionarios que están por debajo con sueldos bajos y congelados hace años; a esos, que no tienen un ningún chofer, vagoneta, avión ni sastre a disposición, pero que si sufren con el alquiler, las cuentas del colegio y del mercado semanal cada mes.

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