sábado, 21 de septiembre de 2013

Re: JAIMIÑO AL DESNUDO

Pedro Portugal Mollinedo
pedro-portugal@periodicopukara.com

El señor Andrés Ortega (en una reciente nota publicada en Aula Libre) indica que el año 2004 cuando el joven Jaime Paz Pereira, hijo del ex presidente Jaime Paz Zamora, se presentó como candidato a Alcalde de la ciudad de La Paz., fue una "genialidad", una "jugada maestra" el atrevido movimiento de publicar, en una costosa campaña de volantes, su foto con el torso desnudo. Esa ocurrencia habría movido al candidato a dar el "paso preciso" de hacerse filmar desnudo en uno de los canales de TV más vistos en esos momentos.

Según el señor Ortega lo anterior fue una "jugada maestra de marketing", una "victoria" que luego sus asesores de campaña la habrían echado a perder, acobardados por la crítica que motivó esa genialidad. Esos asesores, verdaderos timoratos si asumimos la interpretación de Ortega, se "arrepintieron, acusaron a la prensa, defenestraron al periodista, cambiaron la estrategia y por supuesto perdieron la elección de una manera atroz."

Queda pues como hipótesis que Jaime Paz Pereira habría perdido la elección a Alcalde de la ciudad de La Paz por no haber continuado con la campaña "al desnudo". Pero se plantea también la posibilidad de que ese fracaso se debe a esa atrevida iniciativa inicial. El asunto es relevante pues parece ser que el MIR piensa reiniciar su aventura política y es probable que la próxima candidatura de ese partido corresponda justamente a Jaimiño y ya no a Jaime.

Es indudable que esa campaña al desnudo fue del agrado de muchos, en especial de sectores de la juventud boliviana. Pero, ¿fue una propaganda que reflejaba los gustos y valores de la mayoría de la población en este país? ¿Asegurar en la actualidad una campaña que se base en los criterios de ese fiasco —aun cuando ya no reproduzca precisamente la espectacularidad del cuerpo desnudo del candidato— podría asegurar el triunfo del Jaime Paz Pereira de nuestros días?

Podría indicarse que ha pasado ya una década de esos acontecimientos y que Jaimiño ya no es tan joven como aquel día. Pero a ello se podría impugnar que los jóvenes existen en Bolivia, y seguramente en mayor cantidad que entonces. Sin embargo, en ese debate se globaliza —artificiosamente— una población que en nuestro país está peligrosamente segmentada. Es decir, se ponen como criterios y valores universales, los que corresponden a una pequeña minoría en el país, aun cuando ésta tenga hegemonía en nuestra sociedad. Empero, en periodos definidos, como los de las elecciones, son los criterios y valores de la mayoría los que juegan papel determinante.

Y aquí constatamos peligrosos contrasentidos. Un segmento de la población citadina ha estado siempre "a la vanguardia" de los gustos y valores contemporáneos y globales, en un estilo tal que muchos la califican como alienación. Mientras que la mayoría de la población urbana, suburbana y rural, está anclada en valores y gustos conservadores, en otro estilo que algunos la califican como retrogradación. Las "elites" políticas provienen de aquel sector; y de éste la masa movilizada. En este esquema cuando la contradicción es evidente entre ambos sectores, el abandono de los segundos a los primeros se hace palpable.

Parece que ello es lo que sucedió entonces con el MIR. No olvidemos que la innovación posmoderna mirista no solamente se visualizó en el cuerpo desnudo del hijo de Jaime Paz Zamora, sino también en el cambio de su símbolo: De la figura tradicional que tenía, se pasó a un plumífero remozado que provocaba risa y rechazo en las bases populares miristas. Curiosamente, ahora que vemos afiches del MIR colocados en ciertos lugares públicos, es lel gallo tradicional y añejo que desalojaron entones, el que adquiere revancha política al intentar ser el símbolo que pueda alentar el renacimiento de ese partido.

El error de creer que la mayoría de la población sigue los gustos y valores del grupo hegemónico en Bolivia, provoca una ceguera en esas élites. Esa ofuscación puede tener costos graves en el terreno político. El actual gobierno convirtió en políticas de Estado poses posmodernas más atrevidas que el desnudo de Jaimiño, presentándolas como cosmovisión indígena. Sin embargo, la proximidad necesaria que cualquier gobierno tienen con los gobernados le hizo dar cuanta, a este gobierno, del error en que incurría, haciendo que cambie de rumbo. La porfía del actual gobierno en temas como el camino a través del TIPNIS, no obedece únicamente a la concreción de estrategias generales productivas e integradoras, sino que es respuesta a una exigencia de la mayoría indígena quechua y aymara en Bolivia.

Sería incongruente que la oposición recoja lo que el gobierno desecha. El gobierno se ha dado cuanta que los valores y criterios posmodernos existen y son asumidos por parte de la población boliviana, y que deben ser también respondidos, pero que no son los que comparten la mayoría de la población, en especial aquella que es su base electoral.

Por supuesto que ese problema no existiría si en las direcciones de los partidos políticos habrían "élites" procedentes de esos sectores y no solamente del que históricamente ha monopolizado el poder en este país. Pero mientras ello no suceda, mientras no se concretice la inevitable descolonización, es prudente y saludable para todos desear circunspección y realismo a quienes pugna por el favor electoral en nuestro país.

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