lunes, 4 de noviembre de 2013

LA DECADENCIA DEL ANCESTRALISMO GUBERNAMENTAL

Gonzalo Rodríguez Amurrio
http://libertadesdemocraticas.blogspot.com
rodriguez.go@gmail.com

El pasado 24 de octugbre, en la localidad de Lauca Ñ, el presidente Morales dijo, "creo que estamos equivocados aquí gritando ´kawsachun coca´. Creo que ya ha pasado de moda eso". Día después uno de sus co-dirigentes salió al paso indicando que lo dicho sería una broma. Sin embargo la afirmación presidencial no es para menos, máxime cuando revela síntomas de agotamiento del discurso gubernamental, como pasamos a analizar.

Desde el momento que el MAS se hizo del gobierno materializó, en extremo, su visión ancestralista de la sociedad. Dio énfasis a la entronización del presidente en Tiwanaku; en las dos oportunidades en que juró al cargo. Hizo cuestión de Estado, a través del proceso constituyente, para posesionar en el imaginario colectivo la consigna de "vivir bien", lo que implica armonía con la madre tierra pero distancia de la "lucha por mejores condiciones de vida y de trabajo", propio de las organizaciones obreras.

Atribuyó a la fortaleza de la Pachamama y a la gracia de Dios la refundación de Bolivia, como afirma el párrafo sexto del preámbulo constitucional, así como, estableció un carácter de cohesionador social a la coca (Art. 384 de la Ley Fundamental). A fines de 2009, a propósito de la Conferencia mundial sobre el Cambio Climático realizada en Copenhague, y la realizada en 2010 en Cancún, así como, en su propia Cumbre de los Pueblos (Tiquipaya); explayó su teoría sobre los derechos de la madre tierra y, guiado por su mentalidad ancestralista, aseveró que los derechos de la madre tierra son más importantes que los derechos humanos.

No cabe duda que inicialmente tal desarrollo discursivo encontraba simpatía o tolerancia en la población, al extremo que en cierto grado ésta se sentía representada en sus ansias de buscar alternativas frente al capitalismo salvaje local e internacional, en circunstancias de una crítica situación ecológica mundial conocida como "cambio climático". Pero, desde finales de 2010 hacia delante cambió el curso de la mirada de la población.

El intento fallido del gasolinazo de diciembre de 2010, la arremetida gubernamental contra los reclamos salariales que buscaban aliviar los efectos de la inflación resultante, la represión en Chaparina a los indígenas del TIPNIS, la "consulta" indígena posterior cual si fuese previa, el intento de cambiar la jornada de trabajo del sector salud y, las pensiones miserables resultantes de la reforma en el sistema de pensiones, entre muchos otros hechos; definitivamente volcaron la mirada de grandes sectores hacía el respeto de los derechos humanos inherentes a sus propias necesidades y urgencias económicas y sociales, relativizando cada vez más el ancestralismo gubernamental.

Al presente la pérdida de credibilidad de los diferentes elementos discursivos de ese ancestralismo gubernamental llega a tal grado, que ni la hoja de coca se salva de la mirada crítica de gran parte de la población. Hoy cobra fuerza inusitada la preocupación por las incidencias del narcotráfico en el país y su estrecha relación con la "coca ancestral".

Antes decíamos no estar de acuerdo con el narcotráfico por el daño a la juventud. Hoy preocupa la inseguridad ciudadana con evidencias de cómo la actividad del narcotráfico alienta una creciente cultura de violencia. Y ello no es todo, el dinero fácil de dicha actividad y otras similares, desarticula la actividad agrícola en varias zonas rurales del país, a la par que incide en la demanda de productos, provocando procesos inflacionarios recurrentes por encima de las previsiones gubernamentales; y no es grato para ningún sector asalariado ver que sus ingresos se diluyen frente a una inflación en la que el dinero ilegal tiene mucho de arte y parte.

En tales circunstancias, cada vez menos sectores le encuentran sentido gritar: cawsachun coca. El presidente lo percibió pero no persuadirá a los suyos para quienes la coca no es moda sino una divinidad de ingresos, alentados en la mentalidad ancestralista gubernamental.

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