Una derrota anunciada
Las pasadas elecciones dejan enseñanzas a unos y reafirman el aprendizaje de otros. Está claro que las palabras hechas discursos de dignidad y ofertas económicas para el desarrollo, no son cemento de lealtad a los principios, cuando se rasgan vestiduras por doquier, sin la mínima conciencia de las individualidades que deambulan por los caminos de la miseria humana, útiles, a los intereses personales, de grupos de poder económico y partidos políticos.
La elecciones del 3 de mayo, se desenvolvieron con normalidad en la capital Beniana pero con un marcado ausentismo de electores, develando un hartazgo al manoseo del derecho a elegir en libertad y al caudillismo que promueve la obsecuencia social en la manipulación de las ofertas electorales sin sostenibilidad.
¿Que sucedió en el Beni? Es la pregunta generalizada. ¿Es posible, que contrariamente a Tarija, dieron resultado los insultos y extorsiones?, o ¿es el subdesarrollo al que se condenó al departamento del Beni lo que hizo la diferencia?. Lo cierto es, que frente a la ausencia de credibilidad, de los líderes en cuestión, el pueblo olvidó el luto de las inundaciones. Este fenómeno irreconocible por la dignidad, me lleva a interpretar que los líderes enfermos de éxito, quienes solo se dedican a contarnos los sacrificios que han hecho para triunfar y olvidan las necesidades reales del ser humano, están destinados a vivir en el destierro de su egocentrismo. Válido, si las consecuencias fueran personales, pero cuando hay un mundo de vidas y necesidades que dependen de nuestras decisiones, se debe tener la humildad para concebir una visión de futuro donde se asiente la fuerza del liderazgo.
La experiencia es un indicador que las esperanzas del futuro tienen fuerza movilizadora en el presente, y lo inminente en esta realidad es, el nacimiento de lideres con capacidad integral que planteen y ejecuten políticas nacionales y regionales para superar la pobreza y la injusticia social, tomando en cuenta, que la población electora abriga la esperanza de nuevos liderazgos que hagan emerger normas de comportamiento que no estén condicionadas a intereses egoístas, sino, vinculadas a la consideración ética para ser las normas "apropiadas" de un sistema democrático.
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