¿DEL PODER POR AMOR AL AMOR POR EL PODER?
Oscar A. Heredia Vargas
Docente Emérito
UMSA
"San Pablo decía que teníamos tres enemigos: La libido sentiendi, la libido congnoscienti y la libido dominante. Son las tres grandes concupiscencias a partir de las cuales se dan los demás pecados, que mantienen y se perpetuán en la vida humana". De manera más explícita diríamos, la concupiscencia, de los sentidos: comer y sexo; del conocimiento: querer saber más, la curiosidad, inventar cosas, y del deseo de poder: querer mandar, dominar e imponerse a los demás.
"¿Acaso hay algo más misterioso que el poder, esa facultad que tiene el ser humano, o un pequeño grupo de seres humanos, de plegar a la mayoría a una ley que le es propia y no es la Ley?"
F. C. Criales T. en su escrito, El "maquiavelismo" en el Estado Plurinacional, haciendo referencia a "El Príncipe" de Maquiavelo, establece que para ejercer el poder y mantenerse en el mismo, se necesita de la estrategia, de la perspicacia y de la astucia; que el poder que se conquista por medio de la política es ejercido por el príncipe como gobernante, como conquistador y como dueño del poder; y, como la encarnación del Estado esta exento de toda norma moral, ética y religiosa. En otras palabras, el príncipe se encarna en el Estado, es el fin último de éste y por lo tanto, es independiente de cualquier sanción moral o ética, ya que su figura se sitúa por encima de éstos de forma absoluta.
La confirmación fáctica de lo expresado por Criales, ¿es la declaración pública en una entrega de obras?: "Aunque el Tribunal Supremo Electoral me castigue, no importa". Dicho acto político vulnera el artículo 40 del reglamento de campaña electoral "ningún servidor o servidora público(a) podrá realizar campaña o propaganda electoral, en actos de gestión pública o utilizando recursos públicos". ¿Esta acción política que vulnera la normativa y la institucionalidad electoral, nos permite inferir que la política gubernamental se basa en el principio maquiavélico: El fin justifica los medios?
¿Confundir el amor a una idea, a una causa o a una doctrina con el deseo de poder? ¿Buscar el amor a la gloria como participación personal? ¿Destruir "espiritualmente" al hombre de carne y hueso que no habla su lengua? ¿Descender al terreno de la injusticia inútil del despojo político mezquino? ¿Continuar implantando una "democracia a la defensiva" -condicionar según requisitos de pertenecía a una nación, a un colectivo gremial o a un instrumento ideológico-? ¿Es la nueva vieja política del poder por el poder?
Las respuestas a las interrogantes planteadas, demandan una conciencia patriótica sobre la base del aprecio por la política reflexiva, que propague, irradie y detone la "política de urgencia activa con ciudadanía democrática -lucha por la titularidad de los derechos y deberes políticos desligados de rasgos identitarios de clase, sexo, raza, religión o ideología, etcétera en el marco de la ley constitucional del Estado de derecho-".
"Desgraciado el pueblo que ha perdido su honor, que no resarce las afrentas que se le hacen y las olvida tan pronto como desaparece, pues está irremediablemente condenado a la disolución y a la muerte del espíritu, que es la esclavitud". La arenga en la coyuntura política electoral, nos obliga a no caer en la teatralidad del poder de manera ingenua (ignorancia con amor), nos fuerza como ciudadanos a convertirnos en los dueños del espectáculo como intérpretes de la realidad histórica y nos manda a buscar una democracia real, a sabiendas que el poder es un medio y no un fin.
El poder está en nuestra elección, en nuestro voto y en nuestras manos.
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