Alberto Bonadona Cossío
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Frente a los abusos comunitarios que ha sufrido Víctor Hugo Cárdenas y su familia, dos caminos ha seguido: hacer oír su voz y acudir a la justicia ordinaria. Su voz, sin duda, es más vigorosa y prestigiosa que la justicia ordinaria. Esta última nunca fue muy efectiva frente a los atropellos del poder y, ahora, es mucho menos aún. Su voz y la de su familia se han oído con una fuerza que, estoy seguro, infunde temor a los cobardes que atacaron su domicilio rural y deja perplejos a los gobernantes que incitaron y respaldan esa maliciosa agresión. Son voces que crecerán frente a los retardados resultados que el largo proceso judicial arroje por causa de inoperantes fiscales y jueces corruptos o amedrentados por el poder.
El ex vicepresidente de la República ha indicado que gran parte de los que asaltaron su casa no son de su comunidad. Por lo tanto, no pueden asumir la defensa del asalto y expropiación en los marcos de la atávica justicia comunitaria basada en usos y costumbres comunales. Esta justicia que ahora sobresale por sus actos, evidencia que poco tiene de justa y que a nombre de ella grandes desmanes se pueden realizar.
Las declaraciones al respecto de personeros del gobierno, desde la más alta investidura hasta la del alcalde de Achacachi, no solo pecan de cínicas e indignantes, sino que son contradictorias y vergonzosas. Particularmente las del referido alcalde (que ya tiene varios muertos en el haber de su comunidad), con sus contradictorios argumentos tan sólo confirma las denuncias de V.H. Cárdenas. Afirman que Víctor Hugo miente y que él fabricó toda la tramoya para ser visto como víctima y así ganar réditos políticos. Sin embargo, yo le creo a Cárdenas, como le puedo creer a Luis Alberto Echazú, Ministro de Minería ó a Rafael Puente, ex Ministro del Interior del MAS y ex prefecto interino de Cochabamba por algo más de mes y medio. Y les creo por que han demostrado decir la verdad incluso a pesar de los riesgos que ello significa. La doble moral de las autoridades declarantes en los medios sólo confirma que el asalto fue incitado "desde arriba" y pecan de aparente ingenuidad intentando convencer a la población que todo fue una fabricación. No les debe quedar duda, no obstante, que entre las derivaciones de éste uso abusivo del poder está el gran aliento a la candidatura a la presidencia de Víctor H. Cárdenas.
Es cierto que aquella persona que actúa políticamente en un país de tan alto grado de primitivismo político, arriesga su propia vida como la de sus allegados. Muchos lo hemos hecho así, conscientemente, porque es necesaria una real transformación de la sociedad boliviana para que en Bolivia no se persiga a nadie por pensar diferente, para que se pueda ser adversario político sin temor a la venganza. Si muchos hemos sido víctimas de la tortura y la prisión ha sido para liberar a Bolivia de cuerpos de seguridad o turbas asesinas capaces de atacar a familiares esperando quebrar voluntades y convicciones con acciones viles. Por ello desde esta columna me dirijo a Víctor Hugo y le digo "adelante con tu verdad".
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