viernes, 28 de mayo de 2010

EL ESTADO Y EL ALTO, EVALUANDO SU GRANDEZA Y MISERIAS

Tito Pedro Reynaga V.
wreynagavx@yahoo.es

El Alto sufre de todo eso que relata Mario Durán Chuquimia en su artículo "Alcohol en las calles" (http://elaltobolivia.blogspot.com/2010/05/bolivia-alcohol-en-la-calles.html), y más aún. El Alto es una urbe desordenada y de aspecto lamentable, que se construye a sí misma a partir de la iniciativa espontánea y la actividad de su población, mayormente emigrada del campo. La que produce, vende, compra y vuelve a producir en febril actividad sólo orientada por el mercado, por la oferta y la demanda libres (salvo por la intervención de los "sindicatos" que la frenan). Y, no sólo que sobrevive, sino, que prospera --y luego dicen que la cultura aymara quechua es contraria al mercado--.

Esta urbe de un millón de habitantes se ha hecho en menos de 40 años, a partir de nada, por la voluntad de supervivencia y trabajo de la gente. Aquí, al desarrollo de la economía alteña, nada han aportado, ni el estado ni la política (y se diría que ni las ONGs, salvo excepciones contadas). De los gobiernos y políticos, El Alto ha cosechado el perjuicio de las luchas politiqueras entre los bandos de turno y el afán ávido de enriquecimiento de sus "líderes", antes que servicio o beneficio alguno. Y, que si de los servicios públicos hay algo, que no viene gratis porque se paga con nuestros impuestos, es vergozosamente deficiente, como la mísera educación que recibimos o los deficientes servicios de salud, o el alcantarillado que no tenemos (una ciudad de un millón de personas que no tiene red de alcantarillado, ¡será posible!), o nuestras calles polvorientas donde se mezclan tierra, basura, orines y eses (en la misma Ceja), nuestros
innumerables muladares y botaderos de basura al aire, las aguas servidas circulando por las calles y avenidas, etc., etc.

Si El Alto se ha hecho se sostiene y crece es por el trabajo y la inteligencia de su gente, cuya capacidad se ha desarrollado acicateada por la competencia en el mercado (a pesar de la deficiente educación recibida). El alteño, que es mayoritariamente aymara y quechua, aprendió a sobrevivir en la ciudad compitiendo, fabricando algo, vendiendo algo, inventando algo, un nuevo producto, una nueva manera de comecializar, descubriendo mercados potenciales... en trabajo sin sosiego ni feriado, ahorrando en medio de su pobreza, y sin ayuda alguna del estado.

Sin duda El Alto es obra de la "sociedad civil", del ciudadano de a pie, orientado por el mercado. Lo que de virtuoso tiene, esta ciudad andina y su gente, viene de este origen.

Mientras que, lo que de deficiente y malo tiene, viene de la actividad hegemónica de la política y los politiqueros alteños, que crecen ante el escenario nacional imitando los afanes de los capos de la política nacional y su cultura. La que por tradición está orientada por la idea de que ser autoridad y dirigente sirve para sacarle ganancia al manejo de los recursos públicos y a la magra economía de "las bases". Males a los que se suma la dejadez y mala administración del estado, desde el gobierno central como desde el municipio, incumpliendo sus deberes básicos para con la ciudad, su población y actividad productiva.

En El Alto, el pueblo ha cumplido. Quienes no cumplen, son el estado y las elites dirigenciales de los llamados "movimientos sociales", que antes que aportar perjudican la actividad productiva y la convivencia social alteña. Es de ahí, que la población de El Alto sufre los problemas señalados por Mario Durán Chuquimia.

Los problemas del alcoholismo y el enfermizo afán fiestero. Problemas que no son ajenos a La Paz, sólo vean el "Gran Poder" y las NN entradas en los barrios paceños y las escuelas y colegios y las universidades... --y despues nos quejamos de que no rendimos en futbol, claro, es que estamos más dedicados a mover el... y chupar antes que al deporte--. Son excesos que sólo pueden ser encarados por la educación (en la escuela, colegios y unversidades...), porque son cuestiones de cultura e ideología. Y, que no se hacen ni se harán en medio de la ineficiencia, dejadez y la corrupción presentes en el Ministerio de Educación. La población de El Alto, al haber inmigrado del campo vive una fase de transición cultural que puede hacerla presa fácil de formas y valores sociales negativos y perjudiciales, por lo que necesita de mayor orientación formativa. Y, dónde están las iglesias, ¿cosechando de las misas fiesteras?

El otro problema señalado, la delincuencia. Tiene que ver con la casi inexistente presencia de los servicios oficiales de policía y la habitual corrupción en su actividad. Pero aún, un lamentable escenario que no es indiferente a la creciente presencia del narcotráfico y su saldo de ilegalidad, corrupción, degradación moral y violencia.

Total, así estamos. Porque hasta en estos tiempos de fierbre estatista galopante, bajo conducción del MAS, lo que le falta a El Alto es, presencia estatal, y en lo que por naturaleza es su responsabilidad. Como falta en el Norte de Potosí y la Chiquitanía y los Yungas... ¡Vaya con el cambio socialista!.


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