viernes, 18 de junio de 2010

Impunidad Corporativista.

Cynthia Pèrou Gutiérrez
cynthia_perou@hotmail.com

Existen un montón de cosas que se pueden decir sobre los acontecimientos sucedidos últimamente en Caranavi y Uncía. Podemos hablar de la brutalidad represiva de la Policía en el primer caso y de la absoluta ineficacia e incompetencia que ha demostrado la misma institución en el segundo y podemos hacer infinitos intentos para descubrir a los culpables y castigarlos como es el deseo de la gente; sin embargo, en este ejercicio perdemos de vista la verdadera cuestión. De hecho, estoy segura que el ahondar en estas primeras consideraciones es, en verdad, lo que el Gobierno quiere; quiere que analicemos el comportamiento de la Policía, quiere que perdamos el tiempo realizando investigaciones exhaustivas que son callejones sin salida; quiere que conformemos comisiones y finalmente, quiere encontrar chivos expiatorios que se conviertan en "culpables" o responsables de estas aberraciones y así llevar a alguien, a quien sea, a la justicia para luego encerrarlos. Con esto se pone fin al tema, o eso es lo que el régimen está buscando.

Pero nosotros no somos idiotas. Cuando analizamos la infinidad de situaciones inexplicables que se han sucedido en la historia de este país, nos damos cuenta que no hemos hecho otra cosa que organizar e institucionalizar un Estado de corte fascista donde los individuos sólo tienen peso en la medida en que se hallan representados en entidades corporativistas y de ahí la necesidad de tanto sindicato, asociación, federación, confederación, entidades gremiales de todo tipo y tan escasa organización ciudadana, en la que se intenta dotar al sistema de una característica democrática casi inexistente, pero donde pesan significativamente estos elementos corporativistas como mecanismos de representación y acceso al poder.

En este contexto, recuerdo que hace unos años leí un magnífico artículo sobre la tribalización de nuestro país. Ahora como nunca comprendo a cabalidad la real implicancia de tal terminología. Cuando hablamos de tribalización nos referimos a este fenómeno que penosamente estamos viviendo en Bolivia desde su fundación, pero con más severidad desde la reciente consagración del Estado Plurinacional. Las entidades corporativistas son las tribus y ellas están por todas partes y conforman un poder para estatal y supra legal. Es decir, tienen el mismo poder que tiene el Estado y se hallan por encima de la ley.

Lo de Uncía es parte de ese entramado donde dirigentes de tal población tienen el atrevimiento de ordenar a las autoridades cuál será la forma en la que se harán las cosas y así se evitarán mayores conflictos o derramamiento de sangre y del otro lado, las llamadas autoridades, que no son más que los representantes de otra tribu, aceptan estos argumentos, permitiendo toda clase de excesos. Uncía no es nada más que el macabro reflejo de lo que como Estado y sociedad hemos permitido que se construya. No nos equivoquemos, en Uncía no se castigará a nadie, no cabe duda. En la Policía no se castigará a nadie, en el Poder Ejecutivo tampoco. Cada culpable ha encontrado un refugio en su propia corporación que no sólo lo cobija, sino que lo ampara, lo defiende y, si es necesario, lo encubre.

Contrariamente a todo esto, el Estado de derecho es el resultado de la suma exacta y proporcional de una serie de principios que se han convertido en la retórica de esta mal llamada democracia; en los hechos, en nuestra realidad son estas corporaciones, estas instituciones legalizadas en su corte fascista las que están a cargo de todo. El ciudadano honesto y solitario, sin opciones más que sobrevivir, para él es el peso de la ley, el de los impuestos y el de la deuda externa, los otros, los verdaderos responsables del estado de las cosas, se hallan bajo la oscura sombra de sus corporaciones y la impunidad que ella les proporciona. Cynthia

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