jueves, 8 de julio de 2010

DE RODILLAS

Esteban Farfán Romero
farfan2007@gmail.com

En días pasados (mie. 07/0//10) el presidente de la Asamblea Regional José Luis García, ha hecho declaraciones reveladoras sobre el verdadero comportamiento que tiene/tendrá esta (novicia) institución "autónoma" (¿?), pues ha manifestado que será el Presidente Evo Morales el que definirá/establecerá hasta el salario de los asambleístas regionales. Esto por la polvareda que ha levantado la actitud de nuestros honorables asambleísta, que ni cortos ni perezosos a ojos cerrados en su primera sesión sacaron todas las uñas para clavarles sin piedad y sin dudar un instante a las regalías, con el fin de quedarse con una parte de la (codiciada) torta (entiéndase 45%).

Primero hay que entender qué se entiende por autonomía, porque en esta dinámica política de cambios abruptos nos hemos acostumbrado a crear neologismo con mucha facilidad. Como la palabrita de marras está de moda, todo es autonomía.

Entonces autonomía (técnicamente) es la capacidad de elección; la potestad de crear, recaudar, administrar tributos; la facultad de dictar sus normas propias; la capacidad e planificar, programar y ejecutar la gestión pública. En una palabra, las condiciones para tomar las decisiones propias en casa sin permitir la tutela de nadie extraño.

Según García, la autonomía regional, tiene que estar supeditada a la voluntad y criterio de Evo Morales, porque textualmente ha aseverado que será el Presidente Morales desde La Paz el que decida hasta el monto de los salarios que percibirán los asambleístas, y si habrá suplentes con sueldos, los términos de su naturaleza, los proyectos, y lo más grave, que ellos aceptaran sin chistar, lo que diga el Jefe mayor del MAS.

Si así van a ser las cosas, entonces uno se pregunta, ¿para qué queremos autonomía? Si desde Palacio van a decidir hasta el sueldo de los asambleístas, ¿para qué quiere autonomía el Chaco?. La verdad es que el proyecto de ley de autonomías es concentrador, excesivamente regulador y reglamentarista, da la impresión que tiene como objetivo garantizar el control casi total de las entidades autonómicas. No debería llamarse Ley Marco de Autonomías, sino Ley Marco de Concentración.

Me pregunto si esta es una forma de atenuar las críticas que lloverán cuando la Ley Marco sea aprobada, y nos demos cuenta que la autonomía regional solo se quedará en nombre y que más bien habremos retrocedido en su consolidación. El sueño se habrá convertido en pesadilla.

El problema de fondo es que hay autoridades (casi todas) que tienen serios problemas con la Contraloría por casos de corrupción y no les queda otra opción que bajarse los pantalones en público ante el Gobierno y demostrar su genuflexión absoluta. El gobierno no admite amarillos ni tibios al momento de a evaluar a sus allegados, por eso hay que hacer demostraciones públicas de forma objetiva, aunque hagan el ridículo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario