domingo, 15 de agosto de 2010

Soluciones y no salidas

Alberto Bonadona Cossío
abonadona2001@yahoo.es

Bolivia desde su creación se enfrenta al gran problema de cómo superar la pobreza. La respuesta es engañosamente sencilla: creando riqueza. Crear riqueza exige aumentar la capacidad productiva del país y ahí el tema se torna de gran complejidad porque son múltiples las aristas que se encuentran al intentar solucionarlo (son demasiadas las variables que hay que tomar en cuenta, dicen los economistas). Mayor razón para buscar concienzudamente las posibles soluciones. Sin embargo, los gobiernos, éste y los anteriores, frente a la falta de respuestas que exige semejante problema, hacen promesas que no cumplen, improvisan alternativas que sólo ocultan el fondo o adormecen las conciencias, otorgan prebendas para que no se insista en reclamos locales.

Un ejemplo relativamente cercano es el de la planta industrial de cítricos ofrecida a Caranavi. El conflicto se extendió a Palos Blancos y la salida fue ofrecer otra planta más. Por supuesto que fue un error inicial la oferta de una procesadora de cítricos a un lugar donde éstos casi ya no se cultivan. Otro ejemplo, El Mutún. Se ofrece a la población de Puerto Suarez la explotación del yacimiento de hierro y frente a la permanente postergación del inicio de las obras por razones fundamentales (falta de energía eléctrica y combustible) y otra administrativa (falta de asegurar la concesión de los terrenos, ahora aparentemente solucionada) se ofrece explotar el otro 50% del yacimiento que todavía está en manos del Estado. Ahora en Potosí tal vez ofrezcan dos fronteras en el problema de límites entre Potosí y Oruro.

Si algo se puede admirar del Gobierno del MAS son sus salidas políticas que parecen tan bien elaboradas que, a pesar del tamaño de los conflictos, mantiene su popularidad. No obstante, se juega semejante apoyo muy fácilmente. Rifó el apoyo de Caranavi y ahora parece que hace lo mismo con Potosí.

Con todas las leyes que aprobó hubo una jugada maestra desde la Constitución hasta la novísima modificación de la Ley de Aduanas. Cedió en lo formal y circunstancial pero añadió su impronta política para afirmar su poder y su prestigio. Con la Ley de Aduanas muestra, una vez más, su convicción de pelear contra la corrupción donde quiera que ésta aparezca, mejor aún si además destruye el contrabando. Pero, ¿a quién beneficia esta ley? Se dirá que al propio Estado. Entonces, ¿dónde quedan los más pobres? ¿No son éstos por y para quienes el MAS está en el poder? ¿O es que se está dando una alianza, abierta o encubierta, con los productores nacionales, llámense empresarios, pequeños emprendedores o comunarios socialistas? ¿O es tan simple un discurso más para vender la imagen marketinera de un Gobierno que tiene salidas pero no soluciones?

A decir verdad las soluciones, incluido el contrabando, especialmente el hormiga, ese que ocupa a miles de empobrecidos ciudadanos que se dedican a pasar mercancías del otro a este lado de la frontera, deben tener un gran fondo productivo y es el que más ausente está en las políticas del Gobierno. Son las grandes soluciones productivas que deberían guiar constantemente el quehacer del Gobierno del MAS y que, hoy, brillan por su ausencia.

No es un mal nacional, se encuentra en todas las latitudes, particularmente cuando no se tiene una claridad de los problemas de fondo que deben ser solucionados. La respuesta es un discurso con banderas que se enarbolan para que la gente crea en ellas aunque cada quien las entiende a su manera. Es hora de las soluciones productivas y es hora de que el presidente Morales haga algo efectivo al respecto. Esto ya se lo han dicho muchos, sólo que ahora no quiero que se diga que no se los previno a tiempo.

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