martes, 14 de septiembre de 2010

Cochabamba a futuro

Mauricio Ríos García
riosmauricio@yahoo.com

Si bien las celebraciones del Bicentenario de Cochabamba tienen que ver más con la conmemoración de un evento libertario sucedido hace 200 años, también es una oportunidad para realizar balances en materia de bienestar, por ejemplo.

La gente se pregunta sobre si las políticas de inversión pública en el departamento son las correctas al aumentar el Producto Interno Bruto (PIB) departamental o bien si incrementan su participación en el PIB nacional.

Cochabamba nunca se ha caracterizado por ser un departamento cuya producción sea, en suma, la más importante de Bolivia, y de hecho, el ritmo de su crecimiento ha venido estancándose e incluso deprimiéndose en forma paulatina.

Desde hace al menos cincuenta años ha ocupado un relativamente cómodo tercer lugar, ya sea por el peso de sus actividades extractivas, la economía de la coca, la agricultura tradicional o por su ubicación geográfica como una ciudad de tránsito dedicada al comercio, pero al momento en que Santa Cruz busca consolidar sus condiciones para el comercio, y con el auge, producción y explotación de hidrocarburos de Tarija, Cochabamba empieza a perfilarse para ocupar un cuarto e incluso un quinto lugar de contribución productiva.

Pero no es eso lo que debe preocupar. Existe cierto consenso respecto de la forma en que Cochabamba podría alcanzar una mayor contribución al PIB del país, es decir, sólo mediante un masivo incremento del gasto público para estimular la economía y conseguir mayores niveles de desarrollo. Suena interesante, pero este podría ser el único y simple hecho por el cual la política tradicional justificaría una imprecisa o inmedible intervención del Estado en la economía en deterioro de la libertad individual. Hoy, los controles sobre la economía son cada vez más amplios y profundos, mientras se gasta una riqueza no producida.

Si hubiera que valorar (y no necesariamente medir) el aporte de la economía cochabambina al país, sería mediante el respeto de la propiedad y libertad del ciudadano para coordinar sus planes con los de otros ciudadanos. Es esta la manera en que debemos plantear un problema económico, y en este sentido, en la medida que toda actividad empresarial tenga permitida la identificación de oportunidades de beneficio, se evitará toda pérdida de recursos en la construcción de planes y modelos de gran virtuosismo técnico y derroche de recursos.

Cochabamba tiene varios casos emblemáticos de empresarios exitosos cuyos emprendimientos no sólo sobrevivieron a uno de los casos de hiperinflación más estudiados del mundo, en uno de los intentos del Estado por ser el actor dominante de la economía nacional, sino que además, muchos de sus emprendimientos han sido capaces de sobrevivir incluso en etapas dictatoriales donde muchas empresas fueron clausuradas sin derecho a réplica, otras intervenidas e incluso incendiadas en innumerables asaltos a la propiedad, la democracia y la libertad.

Ahora que presenta la oportunidad, es necesario discutir los medios y las medidas por un mejor bienestar, así como es necesario discutir si estas medidas permitirán realmente alcanzar los fines a las que están dirigidas. De lo contrario, condenar ideas será inútil desde un punto de vista arbitrariamente preconcebido, así como también sería inútil distraer la atención de nuestro objetivo insultado al capitalismo o rindiendo culto a la pachamama.

Así como no puede afirmarse que un individuo puede mejorar sus condiciones de vida por el simple hecho de que su vecino haya producido más bienes, no existe relación objetiva entre el crecimiento de la economía o la contribución de su producto al país, y el bienestar de sus habitantes. Lo más relevante de la economía cochabambina es -o debiera ser como cualquier otra- la manera en la que permite que sus habitantes logren satisfacer sus fines o que sus instituciones logren desarrollarse cuando se hacen más respetuosas de la propiedad, la libertad y sus valores éticos.

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