martes, 14 de septiembre de 2010

Todo lo Contrario

Flavio Machicado Teran
flavio@graffiti.net

Fidel Castro: Genio y figura. En el ocaso de su vida, su mejor arma es ahora su peor enemigo. A sus adversarios políticos Fidel siempre les hizo hablar de más, como aquella vez que grabó una conversación privada con el entonces Presidente de México. En dicha ocasión, Fidel, con su encanto caribeño, increpó al hombre de campo mexicano sobre una supuesta instrucción de Washington de evitar que el cubano fuese a una cumbre en Monterrey. Ante la soltura de su homologo cubano, Vicente soltó la lengua. No sabía el entonces Presidente de México que su contraparte cubana estaba grabando su confesión, la cual no tuvo inconveniente de hacerla publica, avergonzando internacionalmente a Vicente. Anótenle un gol a Fidel.

Doce horas es mucho tiempo para ponerse cómodo. Sobre todo cuando se está frente a un periodista profesional. Ese fue el tiempo que Jeffrey Goldberg pasó con el Comandante, hablando libremente de todo un poco. A tal punto se habrán “sincerado” los dos, que en su ahora infame retracción del comentario “el modelo cubano no funciona”, Fidel agitó con tono amenazante un dossier con la trascripción completa de su entrevista con Goldberg, como diciendo “no quieres, querido Jeff, que empiece a contar tus verdades”. Fidel no niega haber pronunciado las palabras que reporta Goldberg. Su argumento es que quiso decir “todo lo contrario”.

La verdad yace exactamente en el medio: ni el capitalismo, ni el comunismo funcionan. Ambas doctrinas, tomadas como ciego e inflexible dogma, pertenecen al pasado jurasico de la humanidad. Existen muy pocas verdades absolutas, sobre todo cuando de herramientas económicas se trata. Tener que seguir repitiendo esa sencilla lección, que debería ser una obviedad a esta altura del partido, refleja nuestra todavía incipiente consciencia sobre cómo funciona la vida: funciona en base a la diversidad.

En la naturaleza y en la sociedad lo que demuestra que funciona es una actitud abierta al ramillete de instrumentos que proporciona la vida, sean genes, estrategias de supervivencia o políticas económicas. Aferrarse a lo que no sirve es digno de dinosaurios. Pero la política, al igual que la religión, son estamentos institucionales que funcionan en base al poder, y el poder no tolera que los de abajo cuestionen la verdad absoluta que sostiene de la jerarquía que agita el mazo del poder. Por ende, por mucho que uno sea “Fidel”, quien realmente manda en Cuba es el aparato. Y al aparato no le gusta que le cuestionen sus verdades, ni sus maneras de gobernar.

Decir una cosa y querer decir todo lo contrario está de moda. Decimos, por ejemplo, estar abiertos a la inversión y garantizar la propiedad privada. Decimos indignarnos con los regimenes totalitarios y defender la democracia. Decimos que aquí se acabaron los golpes de estado y las macabras prácticas de represión. Decimos estar en contra del monopolio (¿- del Estado?) y contra la intolerancia (¿-la del Gobierno?). Tal vez, al igual que Fidel, queremos decir “todo lo contrario”

Las contradicciones están siendo sistemáticamente anotadas en otro dossier, un libro a ser agitado cuando a los dinosaurios les llegue la hora de extinción. Pero al igual que con los dinosaurios, el proceso para que surja vida inteligente puede tomar muchísimos años. Mientras tanto, y en perfecta simetría con Fidel, la inteligencia militar es injustamente acusada de infiltrar la guaria municipal con el objetivo de desprestigiar al Alcalde Revilla, cuando en realidad su intención es un ejercicio de simulación, en un nuevo mundo de “todo lo contrario”.

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