lunes, 6 de septiembre de 2010

Sobrevivir bien

Flavio Machicado Teran
flavio@graffiti.netl

La oligarquía boliviana fue la primera en jactarse que en Bolivia se vive bien; viejos patrones cuyo buen vivir sigue “bien” subvencionado por los menos afortunados y sus sueldos de miseria. Pero todo poderoso fácilmente se acostumbra a “vivir bien” a costillas de los demás. En reflejo de este espíritu, el Ministro Coca se jactó ante cámaras de ATB que los pilotos que se capacitan para volar el Falcón presidencial perciben “sueldos bajísimos”. Si profesionales encargados de proteger la integridad física de nuestro Primer Mandatario reciben por su esmero sueldos bajísimos, ¿qué podemos aspirar los marginados del lujoso aparato expropiador del MAS?

A diferencia de la corrupta e inepta oligarquía que gobernó en aras de un beneficio personal, abnegados siervos públicos se postran ante un nuevo patrón: el Estado. Si la idea es construir un socialismo avanzado - tipo Noruega - donde el pueblo entrega casi 50% del sueldo al Estado a cambio de su protección, entonces ¡buena idea! Pero los nuevos patrones aun no aprenden a volar tan alto. Esa misma ineptitud, ignorancia y arrogancia la habíamos vivido bajo el yugo de reyes incas, españoles y criollos del pasado. Por suerte, la economía boliviana siempre ha sobrevivido gracias al mercado. En barrios populares, grandes fortunas han sido creadas bajo el régimen de un de facto tratado de libre comercio. Pero ahora el Estado-ídem-Gobierno quiere que su lujoso aparato obtenga todos los beneficios y que todo quede bajo su control. También necesita más dinero, en forma de tributos. ¡El Cesar debe mantener su avión!

Eliminar el contrabando es una buena idea. Siempre y cuando los ingresos no sean esencialmente para financiar el lujoso aparato estatal y la norma permita proteger de una competencia desleal a empresas que invierten en Bolivia, en aras de desarrollar industria, crear empleos y aportar con impuestos al bien común. Eliminar el contrabando es una buena idea. Siempre y cuando forme parte de una política integral que se traduzca en desarrollo productivo – ecológico y con responsabilidad social- un objetivo que no lo puede lograr por si solo un Estado tan inepto que no puede siquiera conducir sin ayuda venezolana su ostentoso aparato volador.

Antes de volar lejos en su imaginación, sin previa licitación y con dinero de los bolivianos, deben aprender a manejar bien la economía, que es de todos. No es suficiente meternos la mano al bolsillo, justificando su manoseo con la excusa que es para “vivir bien”. ¡Vivir bien ellos! Los modelos de desarrollo socialistas sostenibles, que si funcionan, son economías integradas al mercado, donde se respeta las inversiones y donde el Gobierno no interfiere, ni pretende eliminar toda oposición, para convertirse - a la Luis XV - en el Estado. Y, ¿dónde está la inversión?

Se jactan los poderosos de una economía “sana”. El pueblo, sin embargo, siente en sus bolsillos solo la Palpable Mano del Estado: nuestro nuevo patrón. Creen que burbujas, déficits, inflación y demás ciclos del mercado solo ocurren en el extranjero. En su imaginación de alto vuelo, Bolivia está blindada de todo mal. Pero su lento desmantelar del aparato productivo no crece la economía: crece al Estado, que necesitará cada vez más recursos para sobrevivir. Una opción es seguir expropiando. Otra es incrementar el déficit fiscal. Otra es intentar llenar las arcas con tributos. Mientras puedan, seguirán quemando nuestros recursos naturales y jet fuel, para alimentar un aparato cada vez más caprichoso, observando desde arriba como los menos afortunados sobreviven con sueldos de miseria.

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