viernes, 15 de octubre de 2010

Conalcam o el Legislativo

Armando Méndez Morales
amendezmo@yahoo.es

El liberalismo y la ciencia económica sostienen que los problemas económicos son de la gente y estos se resuelven pacíficamente en los mercados. En una sociedad moderna los Estados cumplen funciones subsidiarias en lo económico y tienen la atribución de abocarse a los problemas públicos, que requieren del consenso social, por ejemplo, el tema de los impuestos y el de la construcción de infraestructura.

Desde la óptica liberal es imposible comprender por qué se busca potenciar una "Coordinadora Nacional por el Cambio" (Conalcam) cuando ya existe una Asamblea Legislativa, que deriva de la Constitución Política del Estado, y donde se supone convergen la representación de los más variados intereses que conviven en toda sociedad. Se quiere hacer de Conalcam otra asamblea donde estén presentes los representantes de los denominados "movimientos sociales", (se habla de 16, destacando la COB, organizaciones campesinas y de colonizadores) y partidos políticos de izquierda. Uno diría: hay una dualidad con el parlamento. Además, si coincidimos en calificar el trabajo de la Asamblea Legislativa, no sólo ahora sino antes, como una institución que nunca logró convertirse en el lugar de la discusión de los problemas sociales y de la atención de las demandas, que siempre fue sólo la caja de resonancia, el lugar donde formalizar las leyes que se preparan en el Poder Ejecutivo, ¿Qué sentido tiene crear otra institución paralela que además absorberá recursos públicos, siempre escasos?

Sus propugnadores sostienen que el objetivo del Conalcam sería: "la lucha militante por la consolidación histórica del proceso de cambio construyendo el Estado Plurinacional, Socialista Comunitario", para lo cual se convertiría en el "control social" reconocido por la Constitución, pero simultáneamente no solamente sería una instancia de "control político" sino también el espacio donde se presenten las demandas sociales, se consensúen leyes y políticas, para lo cual trabajarían coordinadamente con el gobierno. ¡Ahora si se entiende!: el propósito es crear una organización paralela a la Asamblea Legislativa, con la diferencia de que todos ahí serían "oficialistas" y donde no se aceptaría la disidencia, porque la característica de esta organización supra será la de constituirse en la entidad que decida medidas contra aquellos dirigentes o militantes que "generen división o conflicto" (imagino que la experiencia de Caranavi y Potosí está detrás de esta planteamiento).

Este tipo de propuestas no son nuevas en el campo de las teorías revolucionarias socialistas y comunistas. Toda revolución comienza con la idea platónica -impulsada por su discípulo Aristóteles- de que es posible politizar la economía en la vida de los pueblos para que sus representantes en magnas asambleas decidan todo lo que deben hacer los gobiernos. Como esto en la realidad es imposible, es "hacer perder el tiempo a los gobernantes", porque se requiere el valioso tiempo también para trabajar, producir, para la familia y para confraternizar, estas organizaciones inexorablemente acaban siendo el soporte formal de las dictaduras.

Algún portavoz del gobierno ha indicado que Bolivia no sigue el "modelo económico cubano" porque, seguramente, comparte lo que el muy anciano Fidel Castro ha declarado: "no sirve siquiera para los cubanos". Sin embargo, Cuba tiene organizaciones de control social, de defensores de la revolución que funcionan en cada manzano citadino y en todo lugar de trabajo. Esto querría decir que Bolivia se inspira en el modelo político cubano para llevar adelante el Conalcam. ¿Será así, o no? El tiempo lo dirá.

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