Cynthia Pèrou Gutiérrez
cynthia_perou@hotmail.com
Cuando hace algunos días vi al Presidente en la televisión ataviado en un atuendo académico, diciendo cosas que, como siempre, no entiendo, tuve que revisar el calendario para ubicarme, porque no sabía si era Carnaval o Halloween, pero no, no era ninguna de esas fechas, era sólo el Presidente recibiendo un doctorado Honoris Causa de parte de la Universidad de Aquino Bolivia o UDABOL, cuyo dueño el señor Dockweiler, encabezó una serie de "movilizaciones" cuando la Constitución estaba siendo debatida en Sucre y en esas jornadas reveló dos cosas: su incapacidad discursiva y su capacidad para convocar a alumnos y docentes de su Universidad para que lo apoyen. Sin embargo, ese no es el tema, tampoco es el tema el Presidente disfrazado ante las cámaras de televisión, el verdadero tema es el precio del proceso de cambio.
En efecto, Martín Dockweiler, amo y señor de UDABOL, fue en su tiempo un acérrimo opositor al régimen masista y a todo el "proceso de cambio" que se estaba legalizando a través de la Constitución, y si bien su cruzada estaba enfocada exclusivamente a los aspectos relativos de la defensa de los intereses de la educación superior privada, en las ocasiones en las que pudo, atacó severamente al gobierno y al Presidente. A pesar de esta posición, que ahora se revela como "nada personal" o "son estrictamente negocios", Dockweiler le entrega a su némesis un doctorado, que seguro tiene por objeto exclusivo congraciarse con el régimen y evitar la explosión de una seguidilla de problemas que persiguen a esta universidad hace varios años (impositivos, laborales y otros); sin embargo, no podemos juzgar severamente este hecho, porque Martín es un hombre de negocios y cuando se trata de dinero, se excluye, casi necesariamente la ética.
Lo que si nos llama a la reflexión es la postura del mismísimo Evo Morales, porque nuestro mandatario se vanagloria constantemente de valores y principios que los hechos nos han demostrado, no los tiene. Pero de alguna manera, sus posturas, por hipócritas o demagógicas que resultaban, siempre tenían un matiz político; sin embargo la recepción de este reconocimiento, aparece más como una "coima" que como algo merecido, no porque el Presidente no se merezca un reconocimiento, sino porque en este caso en particular aparece como algo que desde todo punto de vista el Presidente debió rechazar, como se rechaza una coima.
La pregunta que surge entonces es ¿tiene precio este proceso de cambio? La respuesta se cae de madura: si tiene y al parecer no es sólo dinero, sino reconocimientos. Tal vez sea hora que los opositores al régimen, que cada día suman, debieran pensar en instalar una Academia que se encargue de otorgar premios y reconocimientos al Presidente y así poder ejercer libremente el comercio y la política. Tal vez Doria Medina debería pensar en instalar, o más fácil, comprar una Universidad, así le devolverían FANCESA o mejor, le pagaría por su expropiación con sólo darle al Presidente un grado académico, el mismo consejo para Mario Cossío quien podría retornar a su terruño a cambio de otorgar honores inmerecidos. Hay que apurarse porque así como el Presidente tiene cascos de mineros y ponchos que le han regalado las comunidades de nuestro país y ya no sabe dónde ponerlas, puede pasar lo mismo con los títulos honoríficos. Los Gobernadores o Alcaldes perseguidos o los que potencialmente pueden encontrarse en tal condición en un futuro, pueden instituir premios, honores y reconocimientos que si bien no serán académicos podrían tener alto contenido simbólico al nivel del Cóndor de los Andes (no existen cóndores en otros lados) como el Pillo de los Llanos –aunque este título puede tener connotaciones negativas- pero podemos pensar en algunas cosas o usar otras aves, como la Parava o el Flamengo y si no hay aves podemos instituir la Orden de los Camélidos o la Cruz del Pacú u otro pez. En fin, nuestra flora y fauna dan un amplio abanico de posibilidades y seguro que mientras más innovadoras, ingeniosas y simbólicas, mayor la posibilidad de que no sólo el Presidente las acepte a cambio de dejar en el pasado las diferencias ideológicas, sino que se podría convertir en una competencia dentro de los estamentos gubernamentales semianalfabetas, por ver quién tiene más títulos y reconocimientos honoríficos. Les dejo la idea.
Tampoco mucho que sorprender. Martín Dockweiler tiene una interesante lista de doctores honoris causa en la universidad de Aquino, así no lo vayan a creer: uno es el mismo que se autodoctoreo, otra es su mamá y ahora Evo Morales.
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