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Una de las obras que me dejaron con muchas ganas de pedirle cuentas a la Historia relata la masacre de los Canudos, una comunidad brasileña que decidió apartarse del mundo "civilizado" para persistir en su propia forma de ver la vida. Era el año 1897 y después de dos años de resistencia, los Canudos se enfrentarían a una muerte brutal, el Ejército brasileño estaba listo a consolidar las órdenes del Presidente que veía en estos "subversivos" una amenaza para el orden establecido.
La matanza fue cruel: hombres, niños, mujeres, perros y el resto del paisaje reducido a cenizas. La orden era no dejar rastros. La obra de la cual habló está inspirada en ese hecho real, titula "La guerra del fin del mundo" de Mario Vargas Llosa. El mérito y el título se debe a una genial percepción de Vargas Llosa: convertirse en la voz colectiva de los Canudos, describir la fortaleza, el temor y el dolor que les producía presentir que les destruirían su único mundo… sólo quedaba elegir entre luchar o morir.
Han pasado algo más de 100 años y se repite la historia. Se quiere construir una carretera ilegal, destrozando el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis). Nuestro presidente Evo Morales indica que no le cabe en la cabeza por qué "hermanos indígenas" no quieren "desarrollo" y que finalmente se hará la carretera "quieran o no".
Un amigo me decía que no interesaba intentar catalogar si el que comete una crueldad es un buen tipo o es un psicópata, el "poder" es lo que marca la diferencia. Para cumplir esa orden, el Gobierno ha formado un "ejército" de instituciones con funcionarios que obedecen ciegamente: Ministerio de Obras Públicas, Administradora Boliviana de Carreteras, Ministerio de Medio Ambiente y Aguas, Autoridad de Bosques y Tierras.
Una de las armas a la cual recurren es la desinformación, eso para ocultar las múltiples transgresiones y delitos que encierra la pretendida construcción de esta carretera. De pronto, todos, sin excepción, para justificarse se llenan la boca con la palabra "desarrollo"; va la pregunta, "desarrollo" ¿de qué?, ¿"desarrollo" de pirateros de madera?, "desarrollo" de colonización?, "desarrollo" de transnacionales petroleras?, ¿"desarrollo" de aniquilación de ríos?, ¿"desarrollo" de masacre de animales?, ¿"desarrollo" de coca ilegal?, ¿"desarrollo" de envenenamiento de peces?, ¿"desarrollo" de prostíbulos para brasileños?, ¿"desarrollo" de etnocidio? La respuesta: Sí, eso y mucho más. La degradación de la Madre Tierra con herramientas sofisticadas de violencia y el exterminio de los pueblos, al extremo de la más cruel y estúpida conducta.
Esto que escribo no es exceso de sentimientos, es exceso de objetividad: demasiadas pruebas sobre la ilegalidad de la carretera y demasiadas consecuencias malignas. Como un acto de buena voluntad, el Gobierno habla de diálogo y de consulta, y al mismo tiempo agrede, miente y menosprecia a través de algunos portavoces como el vicepresidente García Linera y el ministro Carlos Romero que en una reciente entrevista dio las siguientes afirmaciones: "consulta es concertación", eso quiere decir "negociar", que si una novia no quiere casarse, igual tiene que decir SÍ en la Iglesia; "no tienen ninguna razón para marchar", para el Ministro no tiene ningún valor el Tipnis y menos aún defenderlo con una marcha; "el camino les permitirá sacar sus productos al mercado", para información del señor ministro, las comunidades del Tipnis basan su producción en el consumo local y los únicos que necesitan sacar sus productos (coca) al mercado son los colonizadores. Al ministro le preocupa que los hermanos del Tipnis se "dejen utilizar como servidumbre política"… ante tal subestimación, afirmamos que, al contrario, es más bien la gente del Gobierno la que accede con sumisión a proteger sus cargos y repetir lo que les ordena.
Algo más reprochable, ¿sabía usted que Brasil es el cerebro maquinador de esta desgracia? Bolivia acata. El Gobierno brasileño, como un buen usurero, nos prestará el dinero para construir la carretera. Se dice, además, que Bolivia no puede mover ni una coma de la agenda que tiene con Brasil (vale decir buscar otro trazo que no destruya el Tipnis) porque eso significaría replantearla toda. Si es cierta tal hipótesis, nuestros gobernantes se olvidaron de nuestro himno: "es ya libre, ya libre este suelo, ya cesó su servil condición". Indignante ¿verdad?
Este crédito, desde luego, tiene intereses y aumentará considerablemente nuestra deuda externa; indignante que la Empresa constructora OAS sea brasileña (elegida por orden del Brasil) y le valga un rábano nuestra selva. Indignante que cada kilómetro de la carretera cueste 1 millón 300 mil dólares. La carretera costaría 415 millones de dólares. Indignante –muy al margen de mi respeto a la difícil tarea de pelear con pobrísimo presupuesto contra los madereros– que el director de la ABT (Autoridad de Bosques y Tierras) desacredite a su institución indicando que todo está en orden y que la empresa OAS puede comenzar el desmonte en el tramo 1, pero, el trofeo a la soberbia de la semana se la lleva el ministro Wálter Delgadillo. Aseguró lo siguiente: "El camino no es un verso", obvio que no es un verso, es un epitafio, una oda a la muerte. Luego añadió haciendo alusión a los estadounidenses y europeos: "nos obligan a nosotros a ser sus guardabosques para que ellos vivan bien, cuando ellos ya han destruido el mundo y no nos permiten a nosotros construir lo que tenemos que construir". Habrá querido decir "destruir", entendemos por sus palabras que tenemos que seguir el mismo camino de destrucción que ellos siguieron. Señor Delgadillo, vemos con asombro que la palabra "nosotros" que usted utiliza pertenece a un entorno desarrollista muy alejado de las prácticas culturales y ancestrales de nuestra amada Bolivia.
La suerte está echada, la "Guerra del fin del mundo" en el Tipnis ha comenzado. Y esta guerra debe pertenecer a todos los bolivianos y bolivianas. Los hermanos chimanes, moxeños y yuracarés nos dan el ejemplo. Su marcha en defensa del Tipnis es más que legítima. Tengo el gusto de conocer a muchos de sus guerreros: sencillos, únicos, honrados. Este tema no es de ahora, ha sido ignorado permanentemente, prueba es la estrofa de una carta –firmada por autoridades de la Subcentral Tipnis– enviada al presidente de Bolivia, Evo Morales Ayma, el 4 de agosto de 2008, bajo la atención de la entonces presidenta de la ABC, señora Patricia Ballivián, desde luego, nunca se pensó que la respuesta podría llegar a ser una mancha de sangre más y una traición en nuestra historia: "(…) no dé la espalda a su pueblo, porque aunque somos indígenas de tierras bajas lo sentimos como nuestro hermano y lo sentimos como nuestro Presidente, NO NOS DÉ LA ESPALDA HERMANO EVO (…) Como esta actitud de ignorarnos, de obviar nuestros intereses, de pisotear nuestros derechos como dueños del territorio indígena continúa, nos vemos obligados a denunciar a las instancias correspondientes, tanto nacionales como internacionales sobre esta vulneración de nuestros derechos legítimos y damos a conocer que estamos asumiendo acciones de hecho. Advertimos que nadie podrá entrar a nuestro territorio a trabajar nada, sin nuestro consentimiento y sin considerarnos en todo el proyecto, NO permitiremos la humillación, NO pasará ninguna maquinaria y los esperamos armados.
Anunciamos que en este momento los indígenas de los pueblos Chimán, Mojeño Trinitario y Yuracaré están preparando sus armas si tiene que correr sangre para defender nuestro territorio que nos costó mantener, como nuestro espacio de vida, correrá sangre, así como lo hicieron nuestros antepasados desde la lucha con los colonizadores españoles y desde la lucha con las caravanas".
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