Alberto Bonadona Cossío
abonadona2001@yahoo.es
Al referirse a un artículo mío sobre ciencia económica y moral, mi respetado colega y buen amigo Armando Méndez, me impulsa a seguir con el tema. Más aún, me incita a continuar con la discusión al iniciar su artículo con la afirmación que "Los economistas y Bolivia requieren que se discuta…". Y no puedo estar más de acuerdo; creo que el debate, la polémica abierta y sincera no es una prioridad en general y menos en el mundo académico.
El punto central que esgrimo respecto a la moral de las sociedades capitalistas, en las que predomina el mercado (Bolivia incluida), es totalmente contrario al punto de vista de Armando en cuanto a que moral y ética provienen de otro mundo. "La moral corresponde al mundo de la ética", afirma Méndez, para concluir que la gente aprende moral al educarse. Fue por medio de la religión protestante en la Inglaterra del siglo XVIII que hoy se convirtió en la educación, sentencia Méndez y supongo que se refiere a la educación formal.
Interesante punto de vista dieciochesco; la educación es lo que se recibe en la escuela y los estudiantes llenos de buenas ideas en la cabeza marchan felices hacia el mercado laboral a comportarse ética y moralmente. No creo que hoy, en la modernidad, funcione así. Las escuelas y la educación formal ya no funcionan bajo la tutela religiosa, en general, ni tienen porque sujetarse al predominio de la religión o de alguien que le diga a la gente qué es bueno o qué es malo. En el mundo actual, donde predomina el mercado, es este el que le define y le enseña a la gente (a las buenas o a las malas) qué debe hacer.
No creo que exista un mercado bueno, otro malo y alguno menos bueno o malo porque está regulado. Existe el mercado y, por naturaleza, es salvaje, elemental, darwiniano, brutal, inmisericorde. No me digan que se lo puede suavizar o domar. Otra cosa es que las acciones del Estado pueden morigerar sus impactos nocivos que se dan en la sociedad y en la naturaleza como también puede magnificarlos. Tampoco el Estado por sí mismo es bueno o malo, depende cómo se lo utiliza. El mercado, por otra parte, en su salvajismo, genera resultados positivos o negativos dependiendo del momento histórico que se vive, de la clase social de que se hable y de cómo se lo utiliza.
Hoy, la moral no nace de un ser todopoderoso fuera de este mundo o de la sociedad, nace principalmente del mercado que, por su ubicuidad, dicta a la gente lo que debe hacer y lo que no. Te dice que debes buscar acumular antes que honrar padre y madre, que debes satisfacer tus necesidades que no tienen límite. Esa es la forma en que evoluciona la sociedad lo que no quiere decir que, como seres pensantes, no se intente liberarse de los designios del arrollador mercado y se apunte a las consecuencias que acarrea su predominio. Por lo tanto, puedo mostrar otras bases que digan lo que es bueno o malo sin intentar dogmatizar sobre lo bueno o malo para todos. El tema, ciertamente, da para mucho más que 3.000 caracteres tipográficos.
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