jueves, 5 de julio de 2012

Presidencialismo y Democracia

Álvaro Jordán
aaojordan@gmail.com

La tradicional política de privilegios, en beneficio de las oligarquías americanas, consolidada al calor de la globalización del mercado, transformó al continente en la región con mayores diferencias entre ricos y pobres.

La agudización de los problemas sociales, como el incremento de desocupados, de la emigración de trabajadores y de la corrupción dio pie para sensibilizar a la población a favor de ofertas populistas, socialistas, ambientalistas y humanistas que lanzó, con mucho cálculo, la heterogénea mezcla de izquierdas; fracasada en la segunda mitad del siglo pasado, y ahora, ya recuperada alrededor del foro de San Pablo, gracias a las urgencias humanas generadas por la miseria.

Se trata simplemente de los viejos sectores socialistas y de la izquierda radical, con profundos y complejos resentimientos, resultados de la debacle del sistema imperialista de los autodenominados "Estados socialistas".

Han sido incapaces de reconocer la profundidad de los cambios que exige la sociedad, cayendo en la ya desgastada oferta socialista; de hegemonía de clase, de verticalismo autoritario, de sectarismo político, del monopolio estatal de la economía, y de la gobernabilidad garantizada por el poder militar. Sin lograr dar una solución efectiva a los graves problemas de carácter humano y ambiental. La desocupación sigue creciendo a pesar de los precios favorables de los productos exportados, la distribución de las riquezas no ha mejorado, razón por la que la corrupción crece en forma incontenible, los grupos delincuenciales se confunden con instituciones del Estado, la inseguridad ciudadana se ha vuelto insoportable y la contaminación amenaza la existencia misma del género humano

Ante las previsibles amenazas sociales que ya se avizoran en el horizonte a causa de los crecientes abusos de presidentes que desconocen sus responsabilidades democráticas, los sectores privilegiados por el verticalismo autoritario, solidariamente, se aglutinan regionalmente para consolidar la centralización del poder.

La Organización de Estados Americanos se solidarizó con el Presidente Zelaya, quien había sido censurado por el Congreso y la Corte Suprema de Justicia por su pretensión de acomodar las leyes para asegurar su reelección.

Todo el sistema interamericano de gobiernos centralistas hizo la vista gorda cuando Noriega, el 2011, violando la Constitución y las leyes se hizo reelegir para un tercer periodo presidencial.

En la reciente Cumbre de las Américas en Cartagena, Colombia, casi todos los países de la región amenazaron con no asistir a futuras cumbres entre Estados Unidos y Latinoamérica si Cuba no es invitada. Pasando por alto que Cuba no ha permitido elecciones libres en más de cinco décadas, informó la agencia EFE.

Finalmente UNASUR ha censurado la destitución del Presidente Lugo, que hizo el Congreso paraguayo por abrumadora mayoría y en uso de la representación de la voluntad plural del pueblo paraguayo.

Este resumen de los hechos más importantes sucedidos en los inicios del presente siglo muestran que el poder de las organizaciones internacionales de América, a pesar de su inútil diversidad, aparte del uso mediático abusivo, como la OEA, ALBA, UNASUR, Cumbre de las Américas y otras, al igual que las de Europa, han entrado a un lento proceso de reajuste acorde a las exigencias de la valoración de opiniones menos verticalistas. La destitución de los presidentes de Paraguay, de Honduras y los cuestionamientos a los verticalismos presidencialistas de Cuba, Bolivia, Nicaragua, Venezuela y Ecuador es un reclamo por una democracia plural y por el respeto al derecho del control de los distintos sectores de bases, representados en las cámaras legislativas.

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