sábado, 6 de abril de 2013

LA RE-REELECCION: UN MANIFIESTO, UNA CRITICA, DOS RETORICAS

Fernando Molina
fermolina2003@yahoo.com.ar

Hace algunos días firmé con otros que por conveniencia práctica llamaré "intelectuales" un manifiesto que rechaza la pretensión oficialista de habilitar al presidente Morales para las próximas elecciones, pasando por encima de la prohibición constitucional de re-reelección y desconociendo el acuerdo político que pacificó el país en 2008, el cual tenía como condición que el MAS no presentara a Evo en 2014.

Este manifiesto es formalmente imperfecto, como todo escrito colectivo. Sin embargo, tiene al menos un mérito también en este campo: establece sin ambages la posición de quienes lo firman. Si tanto quiere el MAS presentar a Evo en 2014 –se señala allí–, entonces debe cumplir los pasos previstos para reformar la Constitución y someter esta enmienda al pueblo mediante un referendo. Otra cosa es trampa. Y la trampa y la mentira destruyen "la base de legalidad que sustenta el orden político y el Gobierno legítimo que emana de la voluntad popular", sin los cuales la consecuencia previsible "es el caos, la inestabilidad, la confrontación o el ejercicio dictatorial del poder", tanto en la sociedad boliviana o en cualquier otra. Se trata de una clarísima –y hasta podría decirse que "clásica"– defensa de la concepción de la justicia como sometimiento equitativo a la ley, es decir, como "estado de derecho", sin el cual –se dice– no hay orden democrático.

Días después de la publicación del manifiesto en internet, Fernando Mayorga lo criticó en La Razón. A primera vista la suya es una crítica de tipo formal a la retórica "altisonante" y al "verso" con que habría sido escrito, pero es fácil ver que, pese a lo que Mayorga declara ("me interesa la narrativa subyacente en ese documento, no las motivaciones de quienes lo suscriben"), lo que en verdad quiere es refutar estas motivaciones. Sólo que él no habla claro.

Por eso no repite la argumentación del Gobierno (para el cual, como se sabe, la prohibición de la re-reelección sólo corre de 2009 en adelante, y nunca nadie prometió que Evo no se presentaría en 2014), lo que sería indigno de él, pero la justifica. ¿Cómo? Mostrando a quienes llaman la trampa y la mentira por sus nombres como culpables de infligir una retórica "anacrónica", "estrambótica", "exagerada" e "incoherente".

Aquí también estamos frente a una estrategia retórica, sólo que distinta. Esta estrategia, frecuente en el ámbito académico, consiste en no afirmar explícitamente "a", pero destruir todo lo que se encuentre en contra de "a". "No sé lo que es, pero sé lo que no es". Una elegante actitud que termina convalidando lo realmente existente.

Mayorga se burla del manifiesto. Quienes lo firman, dice, piensan que la habilitación tramposa de Evo para la re-reelección "sería una suerte de apocalipshit". Y pregunta socarronamente a sus lectores: "Qué cosa tan grave, ¿no?".

En un tono más serio, señala que el manifiesto "recupera la retórica catastrofista de (los) años marcados por la polarización... Por tal razón, peca de anacronismo y asume el lenguaje altisonante de un voto resolutivo".

La estrategia es evidente. Dadas dos proposiciones, una afirmativa (sí a la habilitación tramposa) y una negativa (no a la habilitación tramposa), la negación de esta última, es decir, la negación de la negación, termina afirmando la primera.

Pero, ¿no será esto mucho silogizar? Mayorga también podría estar defendiendo una tercera opción. Pero en tal caso, ¿por qué no la plantea?

En lugar de esto, Mayorga, además de negar la negación, se preocupa por recordar a sus lectores que en el momento del acuerdo que se cocinó para hacer viable la aprobación de la Constitución, el MAS estaba "entre dos fuegos: el cerco y el veto. El cerco al Congreso por parte de (los) sectores radicales (que) intentaron tomar el Parlamento para evitar acuerdo alguno con la oposición. Y (el) veto de la oposición (que quería usar) su mayoría en el Senado como una oportunidad para revertir' su derrota en la Asamblea Constituyente. Tiempos de polarización. En ese cuadro aparece la figura de Evo Morales conteniendo a la multitud asentada en la plaza Murillo e impulsando el acuerdo con la oposición para encauzar la conclusión del proceso constituyente por vías institucionales. Una tarea nada sencilla, porque la política estaba en las calles'". Por tanto, "Evo Morales fue un factor de mitigación de la polarización política".

Muy bien, pero ¿qué significa esto? ¿Significa acaso que, puesto que Evo salvó al país en 2008, ahora tiene la prerrogativa de incumplir la promesa que hizo en ese momento? ¿Esto es lo que sugiere Mayorga? Y si no es esto, ¿a qué viene entonces la explicación citada?

Otra vez tenemos la impresión de que Mayorga no quiere decir claramente lo que piensa. Parece que, en cambio, prefiere tomar posición a través de los medios ambiguos del reclamo formal (¡vaya con esa retórica de voto resolutivo!) o de la precisión histórica (¡atención, que si el MAS prometió que no haría lo que nunca pensó no hacer fue presionado por las circunstancias!).

Es una curiosa forma de argumentar, pero claro, todos tenemos derecho a la sofística. En Bolivia, además, éste es un derecho muy difundido. Pese a lo cual, diría Sócrates, la verdad continúa siendo la verdad y la trampa, la trampa.

Sócrates, el mismo que dijo a los atenienses: "Exijo de vosotros, y creo justa mi petición, que no hagáis aprecio de mi manera de hablar, buena o mala, y que miréis solamente, con toda la atención posible, si os digo cosas justas o no, porque en esto consiste toda la virtud del juez, como la del orador: en decir la verdad".

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