jueves, 5 de junio de 2014

MAESTR@S EN TIEMPOS DE PLURIVERSALISMO


Gonzalo Rodríguez Amurrio

A propósito del 6 de junio corresponde, sin duda, un merecido y sincero homenaje a las y los maestros del país. Y una forma de hacerlo es planteando algunas reflexiones sobre las condiciones en que tiene y tendrá lugar su labor docente, en tiempos de una nueva política educativa como parte del autoproclamado proceso de cambio.

Semanas atrás, diversas protestas de maestros hicieron público un conjunto de observaciones a la Ley 70, Ley de la educación "Abelino Siñani – Elizardo Pérez".

Calificaron de retrógrado y anti científico el diseño curricular resultante de tal ley, denunciaron la disminución de horas de clases para matemáticas, física y química; así como expresaron su malestar porque se les reduce su carga horaria (con riesgo para su salario), se obliga a dictar materias que no son de su especialidad y, en general se recargan sus labores administrativas en cuanto a evaluaciones e informes.

Si bien al presente se habría flexibilizado la exigencia de aplicación de los criterios del nuevo diseño curricular por este año; resulta una tensa y circunstancial tregua, donde las autoridades no dejan de esgrimir la advertencia de que está en curso el sistema de recepción de notas e informes, conforme a lo que manda el diseño curricular y, poco menos, las y los maestros ya sabrán qué hacen cuando se rechace sus informes y evaluaciones (rebeldes).

Es cierto también que las consecuencias sobre el magisterio no son uniformes, pero no se puede negar que gran parte de él cumple su rol en un clima de desconcierto y acoso laboral, toda vez que las exigencias del diseño curricular penden sobre sus cabezas cual espada de Damocles, situación que además empeoraría a medida que acabe la gestión 2014.

Ahora bien, se podría considerar que desplazar horas de estudio, por ejemplo, a favor del área de ciencias sociales, no necesariamente es malo en sí; pero exige asumir conscientemente el hecho de que, bachilleres menos preparados en matemáticas, física y química; tendrán mayores dificultades para estudiar profesiones propias de ingenierías o licenciaturas en tecnología.

Pese a tal preocupación, se podría admitir que, más horas para formación humanística es algo que requiere toda sociedad que busca fortalecer el empoderamiento en derechos de sus ciudadanos; pero ¿Cuáles son los fundamentos en los que se sustenta y cuáles los objetivos que se propone el nuevo programa curricular?

En el Programa para el Área de Ciencias Sociales (secundaria) se afirma que es tiempo de que el conocimiento universal dé paso al pluriversal, es decir a conocimientos locales ancestrales. Y su reflejo en cuanto a objetivos respecto a educación cívica se resume en que se propone "la formación ideológico-política del futuro 'ciudadano'" en pos de "despertar la conciencia e identidad, de correspondencia a la nación que pertenece" para "favorecer el ejercicio de los derechos y deberes".

Tómese en cuenta el orden de las ideas planteadas en tal objetivo. Prácticamente se supedita el ejercicio de derechos a una formación ideológico-política. Y para hacer pasable tal enfoque lo vinculan al Art. 8 de la C.P.E.; pero no por ello desaparece su esencia: someter el ejercicio de los derechos a un posicionamiento político ideológico.

Para tal propósito el magisterio resultará obligado a cumplir el rol de escuderos, de soldados, de una política educativa que a partir de tales fundamentos y objetivos solo podría producir servidumbre y no ciudadanos con derechos. ¿Qué hacer al respecto queridos maestros/as? Sin duda, estamos frente al desafío de asumirnos rebeldes y apostar por una educación emancipadora, que forme evidentes ciudadanos y no siervos.

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